> Diario de Abish: 2024

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jueves, 24 de octubre de 2024

Son más altos Sus caminos que los míos: mi visión de la fe y la religión

Algunos dicen que el propósito de la religión es restringir, coartar la libertad de un individuo o de una nación, subyugar o controlar voluntades, "lavar el cerebro". Puede ser que ciertas personas hayan utilizado, o utilicen, tergiversado, lo dicho en las Escrituras como herramienta para obtener beneficio propio  pero, desde mi experiencia personal, puedo asegurar que la religión hace exactamente lo contrario. Cuando los misioneros me enseñaron los principios del Evangelio, por ejemplo, me instaron  a que averiguara  por mí misma si lo que decían era verdadero.  De hecho, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de lo Últimos Días, al tiempo que 

"[reclama para sus miembros] el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de [su] propia conciencia [concede]  a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen." (Artículo de Fe 11)

El albedrío es un don que Nuestro Padre Celestial nos concedió a fin de que pudiésemos tomar decisiones por nosotros mismos. Los mandamientos no son otra cosa que instrucciones que Él nos dio para gozar de pleno bienestar físico y espiritual; esto es, para ser verdaderamente libres.


"[Y] conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)

 

"[D]onde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad." (2 Corintios 3: 17)

Desde la perspectiva religiosa, nuestro cuerpo es un templo para Dios (1 Corintios 3: 16), en el cual Su Espíritu puede morar. ¿Cómo podría una persona pensar con claridad y tomar decisiones correctas cuando su cuerpo está sujeto a toda clase de hábitos perjudiciales, cuando no se puede controlar a sí misma, cuando hace las cosas su manera, antes que seguir la guía divina? La obediencia a los preceptos de Dios, por lo tanto, refina el carácter, saca a relucir lo mejor de nosotros mismos,  trae  gozo y paz de conciencia

El obedecer los mandamientos, además, nos protege de peligros que, debido a nuestra visión limitada, ni siquiera podemos percibir. No se trata, entonces, de una obediencia fanática y ciega a leyes restrictivas y sin sentido (como algunas personas suelen creer) sino de un acto de fe, de confianza en que los caminos del Señor son más altos que los nuestros (Isaías 55:9).

En definitiva, los mandamientos son una manifestación del gran amor del Padre por nosotros y un camino seguro que nos conducirá, a través de las tormentas de la vida, de regreso a Su Presencia.  


lunes, 21 de octubre de 2024

El máximo regalo que una madre podría desear (y las consecuencias que devienen)

Ayer, Día de la Madre en Argentina, recibí el mejor regalo de todos: mis dos hijos compartieron sus propios testimonios del Evangelio en el púlpito de la capilla, delante de otros Santos de los Últimos Días.

"No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad." (3 Juan 1: 4)


Yo misma pude testificar, alineándome al elder Patrick Kearon, de que esta es la Iglesia de gozo (entendiendo que el gozo es la "condición de gran felicidad, resultado de vivir con rectitud", según la Guía para el Estudio de las Escrituras.) 

¿Por qué lo es para mí? ¡Porque, principalmente, me hace feliz! Cuando estoy mal, cuando estoy triste, cuando estoy enojada, cuando me siento perdida, cuando no sé qué decisiones tomar sé a qué fuente acudir para ver todo con un prisma diferente, con una actitud de felicidad y mayor optimismo.  Cada problema, cada situación, por más difícil que parezca, tiene solución. Hay respuestas a las oraciones, hay esperanza.

Podría enumerar las múltiples  razones por las que podemos sentir gozo, aún cuando las circunstancias nos sean adversas, pero, como tengo alma de poeta y siento que la música puede llegar a expresar los sentimientos de una manera más eficaz que cualquier otra cosa, elegí este himno↷


La versión en inglés, por el Coro del Tabernáculo



"...sí, vuestro gozo será completo, así como el Padre me ha dado plenitud de gozo; y seréis tal como yo soy, y yo soy tal como el Padre; y el Padre y yo somos uno". (3 Nefi 28: 10)


sábado, 19 de octubre de 2024

Palabras que sanan


Una de las cosas que más me llamaron la atención de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días al principio, cuando aún ni se me había cruzado por la mente bautizarme en una de sus capillas,  fue la amabilidad de su gente, la cálida bienvenida que me dieron, aún sin conocerme. Recuerdo, como si fuera hoy, mi primera aproximación a una Noche de Hogar con los misioneros y la manera en que, en una de mis visitas a la reunión Sacramental, una de sus miembros se dirigió a mí, llamándome "Hermana". Ese "título", recuerdo, me produjo extrañeza. Con el tiempo, supe que todos, sin importar nuestro origen, costumbres o religión, somos hermanos y hermanas, hijos procreados en espíritu por padres celestiales. Es por eso mismo que la forma en que se tratan unos a otros trata de reflejar esa doctrina. Esto no quiere decir que no haya desacuerdos o malentendidos sino que la forma de resolverlos debe ser distinta a la que elige el mundo  para resolver sus conflictos. 



"[L]as palabras pueden ser irreflexivas, precipitadas e hirientes. Una vez dichas, no podemos recuperarlas. Pueden herir, castigar, derribar e incluso conducir a acciones destructivas; pueden ocasionarnos pesar.

Por otro lado, las palabras pueden celebrar victorias, ser esperanzadoras y alentadoras. Pueden impulsarnos a replantear, reiniciar o reorientar un rumbo. Las palabras pueden abrirnos la mente a la verdad.

Por eso, ante todo, las palabras del Señor importan." (Discurso completo acá)

 

Un ejemplo de la poderosa influencia que las palabras amables y cargadas de perdón pueden tener en las personas lo podemos encontrar en el profeta José Smith:




Otro ejemplo de cómo encontrar sanación, consuelo y la luz que "abr[e] la mente a la verdad" cuando las ofensas que te hayan hecho sean demasiado dolorosas como para "dejarlo así", en palabras del presidente Packer:



Por propia experiencia, sé que las palabras pueden elevar o hundir, consolar o hacer más profundas las heridas... La pregunta es: ¿qué palabras, como seguidora de Jesucristo, decidiré usar en mi trato cotidiano con los demás?


viernes, 18 de octubre de 2024

Sostener en alto la Luz de Cristo: un llamado a brillar en tiempos de oscuridad


Este post pretende ser el primero de una serie de publicaciones cuyo objetivo es responder a la invitación que hizo el elder Rasband en la última Conferencia General en cuanto a sostener en alto la luz de Jesucristo.  El mensaje, replicado de distintas maneras a lo largo del 5 y 6 de octubre pasados, resulta muy oportuno, dado el estado de decadencia en el que se encuentra el mundo. No en vano el presidente Nelson dijo que "[n]unca ha habido una época en la historia del mundo en la que el conocimiento de nuestro Salvador fuera más vital y relevante en lo personal para toda alma humana." (Discurso completo acá)

Como discípula de Jesucristo, me esfuerzo cada día para que otros puedan ver "la luz [del Salvador iluminando  mi] semblante" (3 Nefi  19: 25); o, dicho de otra manera, para que, a través de mis acciones y palabras,  puedan verlo a  Él. No para jactarme sino para que "glorifiquen a [n]uestro Padre que está en los cielos." (Mateo 5: 16)

En lo que resta de octubre, y del año, espero poder ir compartiendo las "cosas pequeñas y sencillas" (Alma 37: 6) que me hicieron amar y abrazar este Evangelio con todo mi "corazón, alma, mente y fuerza" (Doctrina y Convenios 4: 2)  allá por el 2007.

Por el momento, te dejo esta canción que acabo de descubrir, buscando material para esta publicación, y que tiene que ver con la responsabilidad que, como cristianos, tenemos de iluminar la vida de los demás. ¡Que la disfrutes!



martes, 13 de agosto de 2024

Sueños compartidos


Que cuatro miembros de una misma familia sueñen, más o menos al mismo tiempo y en similares circunstancias a alguien que falleció recientemente no es producto de la casualidad ni de una mente fantasiosa sino de las tiernas misericordias de un amoroso Padre Celestial. Resulta que mi esposo,  mis hijos y yo somos esa familia y la quinta persona es mi papá. Después de compartir algunos detalles que se repetían en nuestros sueños ‒como que él estaba más joven y que venía  a visitarnos‒, pudimos confirmar algo que ya sabíamos: mi papá está bien, su cuerpo quedó en la tierra pero su espíritu permanece. De hecho, la sensación que tuve durante mi sueño y que me acompañó al despertar fue, precisamente, esa: ¡Que está vivo!

Reflexionando en esta experiencia que nos tocó compartir, me pregunté de si había sido una tierna misericordia del Padre Celestial el que recibiéramos este mensaje en la figura de mi papá  o de si le había concedido a él mismo traspasar, momentáneamente y a través de un sueño, la delgada línea que separa el mundo de los espíritus del nuestro. 

Al buscar en las fuentes divinamente señaladas, encontré que


"Se puede recibir revelación mediante un sueño, cuando hay casi una transición imperceptible entre el estar dormido y el despertar. (...) Por lo general, a la comunicación inspirada durante la noche la acompaña un sentimiento sagrado durante toda la experiencia. El Señor utiliza personas a quienes les tenemos un gran respeto para enseñarnos verdades en un sueño, puesto que confiamos en ellas y escucharemos su consejo. Es el Señor quien está enseñando mediante el Espíritu Santo; sin embargo, en un sueño, Él puede hacer que nos sea más fácil entender y que se conmueva más nuestro corazón enseñándonos mediante alguien que amamos y respetamos." (Discurso completo acá)


Buscando un poco más, llegué al relato de un hombre que tuvo una experiencia con la cual,  salvando las distancias, me sentí identificada. Transcribo, a continuación, una parte:


"Una experiencia muy intensa y personal que mi familia y yo tuvimos hace algunos años demuestra cuán delgado es a veces el velo. Uno de nuestros hijos... [s]e involucró demasiado con las drogas adictivas y se hundió en un mundo infernal que ofrecía pocas esperanzas de que regresara a tener una vida normal. Shauna y yo orábamos, luchábamos y anhelábamos su recuperación y su regreso, pero no supimos nada de él, y nos preguntábamos si nuestro hijo estaba muerto, encarcelado o perdido.
(...)
En algún momento durante esa noche me encontré soñando. Mi padre, que había fallecido varios años antes, vino a mí en un sueño, me abrazó y luego me miró a los ojos. Él dijo con fuerza: “Hijo, quiero que estés tranquilo. Voy a ayudarte con tus hijos. Se paciente.”
(...)
Días después, el teléfono sonó en el medio de la noche. Nuestro hijo dijo: “No puedo vivir más de esta manera. ¿Puedo volver a casa?”
(...)
Una tarde, unas semanas más tarde, él y yo estábamos sentados en el sofá de la sala de estar. Se volvió hacia mí y dijo vacilante: “Papá, necesito compartir algo contigo." 
(...) 
Sé que esto suena extraño, pero una noche, hace tiempo, estaba a punto de hacer algo que definitivamente me habría costado la vida cuando escuché la voz del abuelo Millet decir: ‘¡No hagas eso! Te han enseñado mejor eso. Ahora levántate y vete a casa.’ Papá, ¿eso es demasiado extraño para ser verdad?”
Con cierta emoción respondí que no lo era y agregué: “Ahora yo tengo una historia que contarte.” Y le conté sobre mi sueño.
Sentimos que el Espíritu del Señor descansaba sobre nosotros y sentimos que toda la experiencia era verdadera y proveniente de Dios." ( Artículo completo, en inglés, acá)


Mi investigación me guió, además (y no fortuitamente), a las palabras del presidente Joseph F. Smith, un apóstol que estudió y meditó sobre el mundo de los espíritus de una manera tan profunda, al punto de recibir la revelación contenida en Doctrina y Convenios 138:


"En ocasiones el Señor ensancha nuestra visión desde este punto de vista y desde este lado del velo, al grado que sentimos y parecemos comprender que podemos mirar allende el tenue velo que nos separa de esa otra esfera. Si por la influencia iluminante del Espíritu de Dios y por las palabras que han hablado los santos profetas de Dios, nosotros podemos ver allende el velo que nos separa del mundo de los espíritus, seguramente aquellos que ya han pasado pueden vernos a través del velo con mayor claridad que con la que nos es posible a nosotros verlos desde nuestro campo de acción. Creo que nos movemos y tenemos nuestro ser en la presencia de mensajeros celestiales y de seres celestiales. No estamos separados de ellos. Empezamos a comprender con una plenitud cada vez mayor, a medida que nos familiarizamos con los principios del evangelio, cual se han revelado de nuevo en esta dispensación, que estamos íntimamente relacionados con nuestros parientes, con nuestros antepasados, nuestros amigos, compañeros y coadjutores que han llegado antes que nosotros al mundo de los espíritus. (...) [A]firmo que vivimos en su presencia, que ellos nos ven, que están atentos a nuestro bienestar; que nos aman ahora más que nunca. Porque ahora ellos ven los peligros que nos amenazan; pueden comprender mejor que antes las debilidades que pueden desviarnos por caminos tenebrosos y prohibidos. Ven las tentaciones y maldades que nos acosan en la vida y la inclinación del ser mortal de ceder a la tentación y a la comisión de cosas malas; de ahí que su solicitud por nosotros y su amor por nosotros y su afán por nuestro bienestar debe ser mayor que los que sentimos por nosotros mismos." Doctrina del Evangelio, págs. 424-425)


Solo queda por decir que me siento humilde y agradecida  con mi Padre Celestial por  habernos permitido a mi esposo (especialmente), a mis hijos y a mí ser testigos de lo fina de que puede ser, aveces, la línea que separa el mundo de los espíritus de este y por hacernos llegar un mensaje lleno de esperanza en un momento en que, seguramente, lo estábamos necesitando.


miércoles, 7 de agosto de 2024

Un Goliat que me propongo hacer caer (otra vez)




Ayer empezaron las Jornadas de habilidades para la vida, una serie de charlas con expertos sobre emprendimiento, empleo y finanzas personales. El objetivo es proporcionar a las personas de herramientas que les permitan adquirir conocimientos valiosos y desarrollar habilidades para alcanzar sus metas.

En mi caso, pude ver los siguientes videos:






Casi inmediatamente, sentí la inspiración de anotarme en English Connect. Te confieso algo: tengo una relación de amor-odio con el idioma inglés. No es la primera vez que intento aprenderlo -de hecho empecé un curso que daban los misioneros cuando English Connect aún no se había lanzado acá en Argentina y, luego, fue materia obligatoria en el Profesorado de Lengua y Literatura- pero siempre me ponía nerviosa, etc., etc., y, al final, desistí.  Pero, bueno, lo tomaré como una oportunidad más para probarme y superarme a mí misma en mi camino para ser autosuficiente. 

La autosuficiencia es la manera que tiene el Señor  para ayudarnos a progresar en este tiempo de probación. Se trata, entre otras cosas,  de estudiar (DyC 88: 118), trabajar (DyC 42: 42) y prepararse (DyC 38: 30), a fin de cubrir nuestras propias necesidades espirituales y temporales; de actuar, en vez de esperar que se actúe sobre nosotros (2 Nefi 2: 26); en resumen, de ser obediente al Señor, ya que el ser autosuficiente es un principio doctrinal.

No sé cuales serán los resultados pero igual voy, decidida a vencer, una vez más,  a ese Goliat en mi vida que se llama Pienso que no voy a poder.


jueves, 1 de agosto de 2024

Dulce recordatorio

Ayer leí, del Ven, Sígueme, una asignación que correspondía a la semana del 8 al 14 de julio y que, en su momento había pasado por alto. Cuando me percaté de esta "equivocación", por un breve momento pensé en  adelantarme un par de páginas hasta la semana "correcta" para ponerme al día con mi estudio personal de las Escrituras. Pero, ¿y si Dios tenia algo para decirme? ¿Y si mi "error" tenia un propósito escondido? Dado que  "[l]as reseñas [del Ven, sígueme] señalan algunas verdades eternas que se encuentran en [las Escrituras y que, para encontrarlas se debe seguir] la guía del Espíritu [Santo]",  decidí seguir estas impresiones.

Las verdades eternas que encontré en mi lectura de Alma 23-25, 27 y en uno de los discursos sugeridos tenían que ver con el "inquebrantable compromiso que se requiere para aferrarse a Jesucristo y [a la] senda de los convenios del plan de nuestro Padre Celestial", lo cual implica abandonar definitivamente nuestra antigua manera de ser en pos de "un proceso de discipulado [que dure] toda la vida."

Yo, al igual que los lamanitas "abandon[é] las armas de [mi] rebelión" (Alma 23: 7), "enterré [mis armas de guerra] profundamente en la tierra" (Alma 24: 17, Helamán 15:9) como testimonio de mi conversión a Jesucristo y a Su Evangelio. A cambio, recibí una mayor comprensión de mi origen, de mi propósito en la vida y de mi destino (eterno).




Esta experiencia que acabo de contar, que a alguien, quizás, le parezca una mera casualidad, un error afortunado, muestra la manera de obrar que tiene el Dios misericordioso que yo conozco. Aunque no lo supe en un principio y casi desaprovecho la oportunidad, mi Padre Celestial me brindó,  a través del Ven Sígueme, las Escrituras y las palabras de uno de Sus Siervos autorizados, la fortaleza espiritual que estaba necesitando justo ese día. Un dulce recordatorio de que Él está al tanto de los desafíos y batallas de Sus Hijos, ¿no te parece?


domingo, 28 de julio de 2024

Separaciones que no saben a despedida

El último sábado de julio me sorprendió sirviendo, después de no poder asistir por varias semanas,  en el Centro de Family Search. 


Dos horas más tarde, entraba al Templo de Buenos Aires.  ¿Sabías que, gracias a la restauración del Evangelio, en la actualidad se tiene acceso a  las ordenanzas salvadoras que posibilitan a las familias reencontrarse, aún después de esta vida, y vivir juntas para siempre? Contrariamente a lo que piensa la mayoría de las personas,  la muerte no es el fin de todo. Dado que Jesucristo rompió las ligaduras de la muerte con Su propia Resurrección, no hay "victoria para el sepulcro". (Mosíah 16: 7-8)

Esperando el cumplimiento de esa promesa, mi hijo y yo trabajamos a favor de los miembros de nuestra familia que están del otro lado del velo.



Una de las tarjetas que aparecen en la foto de arriba pertenecen a mi papá, quien falleció hace poco más de un mes. Hubo dolor y tristeza en la despedida, por lo repentina que fue su partida pero parte de la letra de un himno vino a mi mente mientras su cuerpo era depositado en la tumba : "Hasta vernos con el rey"





Esa esperanza nos sostiene y mantiene en el camino...



…y nos impulsa y motiva a seguir eligiendo estar en el Templo un soleado sábado de julio por sobre cualquier otra cosa en el mundo.


sábado, 11 de mayo de 2024

Repercusiones de mi primera experiencia como AT



¡Y, sí! Me lancé nomás a esta “aventura” de ser acompañante terapéutico (AT). ¿Lo mejor de todo? Queda cerca de casa y el horario es más que conveniente. Puedo decir, con toda seguridad, que encontrar este trabajo no fue casualidad. Sé que detrás de todo esto, de la forma en cómo se fueron dando las  cosas, está la mano del Padre Celestial. Para mí, al igual que muchas cosas que pasan en mi vida, esta experiencia me tiene reservada grandes dosis de aprendizaje y conocimiento, los cuales no podría obtener de otra manera. 

¿Qué hace un AT? En pocas palabras, acompaña a las personas en su cotidianeidad para ayudarlos a desenvolverse en sus diversas actividades, teniendo en cuenta sus desafios físicos, mentales o emocionales. El objetivo es que logren su autonomía y autovalimiento. En esta oportunidad, me toca una integración escolar; es decir, acompañar a un alumno en la escuela. No voy a negar que es todo un desafio  (por lo nuevo, por lo distinto) y que me asaltaron los inevitables temores  e inseguridades, propios de mi personalidad,  pero decidí refugiarme en las escrituras, en los discursos y en la oración para  cultivar una  confianza más plena en mí misma y, sobre todo, en el Señor. 

Las respuestas, en las fuentes divinamente señaladas  (acá vas a encontrar, entre otras cuestiones, cuáles son esas fuentes) y hasta en las redes sociales, no se hicieron esperar. 


16 abril



18 abril



24 de abril



25 abril











26 abril



"Hagan el esfuerzo espiritual para procurar milagros; oren pidiendo a Dios que los ayude a ejercer ese tipo de fe. Les prometo que pueden experimentar por ustedes mismos que Jesucristo “da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene vigor”. Hay pocas cosas que aceleren más su ímpetu espiritual, que el darse cuenta de que el Señor los está ayudando a mover un monte de sus vidas”.
(Russell M. Nelson, Conferencia General abril 2022, "El poder del ímpetu espiritual")




30 de abril






1 de mayo





3 de mayo







Debo confesar que los dos carteles de arriba cambiaron mi perspectiva en cuanto a lo que el acompañante representa en la vida de un acompañado, y me hicieron dar cuenta, más cabalmente, de la enorme responsabilidad del primero. Infinita gratitud a mi Padre Celestial por abrirme los ojos, por ampliar mi visión.

4 de mayo



5 de mayo





Esta es mi experiencia con la oración y el dejar todo en manos del Señor . Pero este es un ejercicio, un hábito que debe perdurar toda la vida y no solo cuando, como en mi caso, uno siente que no puede, que no está capacitado, que puede llegar a fracasar. El Señor está a nuestro lado, para acompañar, sostener,  ayudarnos a dar, metáforicamente hablando, nuestros primeros pasos hasta que los podamos dar por nosotros mismos. El mismo modelo que sigue un acompañante terapéutico, ¿no?

domingo, 3 de marzo de 2024

Réplica de un testimonio dominical

Como cada primer domingo del mes, salvo cuado toca Conferencia General o de Estaca, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tenemos  la oportunidad de compartir nuestros testimonios en la reunión Sacramental; es decir, de declarar las verdades del Evangelio, según lo indique el Espíritu Santo. Esta mañana no fue la excepción.

Los líderes nos recomiendan  no dejar pasar la oportunidad de testificar de Cristo. No solo se beneficia el que escucha expresar su testimonio a alguien más  sino que, tambien; se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente.” (Doctrina y Convenios 50: 22)

Yo sentí la necesidad de hablar de la  Expiación. Como preparación para Tomar la Santa Cena, dos sacerdotes del barrio parten el pan en pedacitos, mientras la congregación entona un himno alusivo. A mi me gusta imaginar que son las manos de Jesucristo mismo, partiendo el pan, como hizo con Sus discipulos. Hay simbolismo y poder en esta sagrada ordenanza. Los pedacitos de pan representan Su carne, que Él dio por amor a nosotros. Asímismo, el agua, que tomamos de pequeños vasitos, representa Su sangre, que derramó, gota a gota, para que “no padeciéramos, si es que nos arrepentíamos”. (Doctrina y Convenios 19: 26)





Como dice el himno 108:
Mansos, reverentes, hoy, inclinados ante Dios,
recordemos al Señor, que la libertad nos dio.
Él Su sangre derramó; nuestra salvación ganó.
Dio Su vida con amor; Él es nuestro Redentor.

Este pan emblema es de Su cuerpo que Él dio.
Esta agua signo es de Su sangre que vertió.
Le debemos recordar, pues nos dio la libertad.
En la cruz Su vida dio; por nosotros padeció.
Buscaremos santa paz, compasión y hermandad.
Perdonando ̮a los demás, Cristo nos perdonará.
En humilde oración buscaremos bendición,
y Su gracia nos dará; como fuente manará.

Cristo ruega ante Dios; Él es nuestro mediador.
Cual amigo nos amó con un infinito ̮amor.
Dice Él: “Obedeced; fieles y humildes sed.
Si mostráis amor y fe, vuestro Salvador seré.


La Expiación de Jesucristo está alcance de todos, no solo de quienes han cometido pecados graves sino, incluso, de aquellas personas que han entrado en la senda de los convenios y, aún, necesitan sanar física, emocional y espiritualmente, perdonar y ser perdonados, despojarse del hombre o de la mujer natural que impide su progreso personal, ver manifestarse la mano del Señor en sus vidas.

He sentido la influencia de Su Expiación y de Su amor en mi propia vida muchas veces y de diferentes maneras pero hoy, mientras tomaba la Santa Cena comprendí un poco más. Luego, al subir al púlpito, pude ver a hermanas que, desde el lugar en que estaba sentada, me resultaba difícil ver. El solo hecho de estar unos centímetros más arriba del suelo, amplió mi visión. Me fue imposible no compararlo con mi calidad de miembro de la Iglesia de Jesucristo. El ser, el pertenecer, el perseverar me ha elevado por sobre las cosas del mundo y le ha dado a mi visión limitada, una perspectiva superior. No soy perfecta pero, desde que me bauticé, allá por 2006, mi vida es distinta, mejor. No cambiaría esto por nada.

domingo, 21 de enero de 2024

¡Viva la esencia de las personas!



No hay una razón para este post. O sí (pero me lo reservo).

El viernes pasado, después de mi servicio en el Centro de Historia Familiar y en la Casa del Señor, me senté debajo de un árbol, en los jardines. Usualmente, al igual que todos los miembros y visitantes, doy la infaltable vuelta alrededor del templo para disfrutar de su belleza y para sacarme fotos. Esta vez, sin embargo, decidí ponerme a leer la Biblia. Entre parentésis, una de mis metas es leer el Antiguo Testamento íntegro para encontrar evidencias (aunque ya lo sé) de que este tomo de Escrituras es fiel testimonio de que los israelitas de la antiguedad sabían de la misión y futura Expiación de Jesucristo. Sus ritos y ordenanzas, incomprensibles para un lector moderno, remitían todo el tiempo hacia Él. 

La cuestión es que, como dije, me senté a la sombra de uno de los árboles, abrí mi Biblia y sucedió esto:



No hubo preparación previa. Mi intención era sacar una foto  con el Templo de fondo pero sopló la brisa y.decidí cambiar el formato a video para guardarlo. Fue un momento muy lindo, tanto que, posteriormente, le dediqué un post en Instagram, sin ningún agregado, dejando el sonido ambiente y con la siguiente escritura:


"(...) Y he aquí que Jehová pasaba, y un grande y poderoso viento rompía los montes y quebraba la peñas delante de Jehová, pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento, un terremoto, pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto, un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego, una voz apacible y delicada." (1 Reyes 19: 11-12)


Inmediatamente después de que el viento "jugó" con las hojas de mi Biblia, hice otras grabaciones con la esperanza de que volviera a pasar y quedara tan bonito como la vez anterior. No hubo manera. Ciertas cosas se dan de manera espontánea y ahí reside su encanto: en su autenticidad. 

Confieso que, más tarde ese mismo día, borré estos intentos fallidos de lograr una grabación perfecta pero, después de meditarlo un poco, las rescaté de la papelera de mi celular (¡Bendita tecnología que da esa posibilidad!). ¿Por qué no mostrar, también, las "imperfecciones" de la grabación, los intentos que no resultaron como quería? Después de todo, a mí no me gustan demasiado las "poses", el "aparentar que..." (Tanto en las fotos como en la vida) Prefiero mostrarme tal cual soy  (un poco distraída, otro tanto atropellada, etc), aún si no lleno las expectivas de otros. 


"En nuestro mundo, y aun en la cultura de la Iglesia, siempre está la tentación de obsesionarse con la perfección. Las redes sociales, las expectativas poco realistas, y a menudo nuestra propia autocrítica, crean sentimientos de insuficiencia, de que no somos lo bastante buenos y que nunca lo seremos. Algunos incluso malinterpretan la invitación del Salvador: “Sed, pues, vosotros perfectos”.
Recuerden que el perfeccionismo no es lo mismo que ser perfeccionados en Cristo. El perfeccionismo requiere un nivel imposible y autoimpuesto por el que se nos compara con los demás. Esto genera sentimientos de culpa y ansiedad, y puede hacer que queramos rendirnos y aislarnos.Ser perfeccionados en Cristo es otra cuestión; es el proceso, guiado amorosamente por el Espíritu Santo, de llegar a ser más como el Salvador. El nivel lo establece un Padre Celestial amoroso y omnisciente, y está definido con claridad en los convenios que se nos invita a recibir. Nos libera de las cargas de los sentimientos de culpa e insuficiencia, y siempre hace hincapié en quiénes somos a los ojos de Dios. Mientras este proceso nos eleva y nos impulsa a ser mejores, se nos valora por nuestra devoción personal a Dios, la cual manifestamos en nuestros esfuerzos por seguirlo con fe. Al aceptar la invitación del Salvador de venir a Él, enseguida nos damos cuenta de que hacer lo mejor que podamos es suficiente, y que la gracia de un Salvador amoroso cubrirá la diferencia como no podemos ni imaginar." (Discurso completo acá)

 

Mis actos "fallidos":





¡Viva la esencia de las personas!