> Diario de Abish: Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 8)

Translate

sábado, 28 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 8)


En mi ante penúltimo día de ayuno de las redes sociales, tuve la oportunidad de cumplir con mi responsabilidad como hermana ministrante, yendo a visitar a una hermana recientemente bautizada en la Iglesia.

Antes del 2018, eran las maestras visitantes las que velaban por las mujeres de Sociedad de Socorro. Luego, de la mano del presidente Russell M. Nelson, supimos que el programa de maestras visitantes sería reemplazado por la ministración. Según esta revelación se puede ministrar a una persona de una diversidad de maneras, incluso, a través de una llamada, videollamada o mensaje de texto. 

Este nuevo enfoque en cuanto a cómo velar por otros es una muestra más de cuánto el Señor está al tanto de nuestras necesidades. Por otro lado, siento que por "la facilidad [de la manera]" (Alma 37: 46uno puede llegar a excusarse cuando no pudo ministrar durante el mes. Lo digo por propia experiencia, ya que a mí me pasó. De hecho, hace un montón que no hacía una visita.

Llamar, enviar un WhatsApp está bien pero nada reemplaza el contacto directo, el hablar "cara a cara". Como dijo la hermana Jean B. Bingham:

[Jesucristo sonrió], habló, caminó, escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó a los demás. Dio servicio a familiares y amigos, vecinos y extraños por igual, e invitó a conocidos y seres queridos a disfrutar de las abundantes bendiciones de Su evangelio. Esos “sencillos” actos de servicio y amor proporcionan un modelo de cómo debemos ministrar hoy en día. 
(...)
[Ministrar es] salir a caminar, reunirse para una noche de juegos, brindar servicio o incluso servir juntos. Es charlar en persona... Es obsequiar una tarjeta de cumpleaños y ser animador en un partido de fútbol. Es compartir un pasaje de las Escrituras o una cita de un discurso de la conferencia que pudiese tener significado especial para esa persona. Es analizar una pregunta del Evangelio y compartir el testimonio a fin de dar claridad y paz. Es convertirse en parte de la vida de una persona y preocuparse por él o ella..."

 

Al volver a casa, pude tener una conversación profunda con mi compañera de ministración y recordar, también, la importancia de escuchar.  Aunque no parezca, porque soy más bien callada, en algunas oportunidades hablo de más. Afortunadamente, el ser un buen oyente es una habilidad que se puede mejorar.