En las semanas del 20 de julio al 1 de agosto (receso escolar invernal) había planificado ir lo que más seguido posible al Templo pero el estado gripal me sorprendió los primeros días, así que tuve que quedarme en casita.
Recién pude asistir el jueves.
Primero, y aunque había un poco de viento, me senté en uno de los bancos que están afuera. Así, sin ningún ruido que interfiriera, retomé mi postergada lectura del Antiguo Testamento; más precisamente, en el libro de Job, un "hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios y apartado del mal." (Job 1: 1) que sufrió, en contadas horas, las situaciones más adversas, por lo cual se pregunta:
"¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y para qué los pechos me amamantaron? Pues ahora estaría yo muerto y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso... ¿Por qué se da luz al que sufre y vida a los de ánimo amargado, a los que esperan la muerte, pero no les llega?"
Más tarde, mientras mi hijo menor hacía bautismos vicarios con otros jóvenes de nuestra Estaca, pude hacer una ordenanza por alguien emparentado con mi esposo.
"Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dice el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento, mas con misericordia eterna tendré compasión de ti, dice tu Redentor, Jehová." (Isaías 54: 6-8)
Me identifiqué totalmente con esas palabras porque, en algún momento de mi vida, fui como esa mujer "abandonada y triste de espíritu" a la cual el Señor llamó y recogió "con grandes misericordias". El del jueves fue un recordatorio más del Señor (porque los últimos días previos a la visita al Templo estuve un poco apesadumbrada) del infinito amor que me tiene, aún con mis debilidades y todo.
Ayer se repitió la visita y fue, aún, más especial ya que fue el último sábado antes de que la Casa del Señor cierre sus puertas por tres meses, debido a mantenimiento. Tanto el interior como los alrededores del Templo desbordaban de gente. Yo misma tuve que hacer dos ordenanzas, en vez de las cinco estipuladas, por falta de tiempo.