El mensaje elegido para empezar septiembre tiene que ver con el trabajo que debemos realizar, a fin de incorporar en nosotros mismos el carácter y los atributos de Jesucristo, antes de que Él regrese a la tierra.
Una de las maneras de lograrlo es a través de los llamamientos en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Un llamamiento no es un "puesto" que determina nuestra dignidad o valor como personas sino, más bien, una oportunidad de servir a otros hijos del Padre Celestial, al tiempo que desarrollamos un mayor nivel de fe, esperanza, caridad, humildad y paciencia, entre otras cualidades divinas. Tampoco hay requisitos específicos que un miembro deba cumplir para recibir un llamamiento, salvo la buena disposición y el amor por la obra del Señor.
¿Y los que, por diferentes circunstancias, no pueden aceptar un llamamiento, aunque lo harían con todo el corazón si pudiesen?
"Dios se regocija en nuestro progreso, y nosotros también deberíamos hacerlo, incluso cuando todavía tengamos trabajo que hacer. En ocasiones, puede que carezcamos de la fortaleza o de los medios para servir en un llamamiento. No obstante, podemos participar en la obra y proteger nuestros testimonios de varias maneras significativas, por ejemplo, orando y estudiando las Escrituras. Nuestro amoroso Padre Celestial no nos condena cuando estamos dispuestos a servir pero no podemos hacerlo."