En mi hogar hay dos sacerdotes: mis hijos. En el contexto de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el sacerdocio es el poder y la autoridad mismos de Dios, los cuales Él delega a los hombres, en la tierra, para que se obre "en todas las cosas necesarias para la salvación de [Sus] hijos." En otras palabras, es a través del sacerdocio, que ejercen los buenos jóvenes y hombres adultos de la Iglesia, que la humanidad puede recibir las bendiciones del Evangelio. (Para mayor información, visitar este enlace)
- la línea de autoridad del sacerdocio "se remonta por la época de la Restauración hasta José y Oliver, y hasta Juan el Bautista y Jesucristo."
- el comportamiento del mundo cambia gracias a que la autoridad de Dios está inundando la tierra.
- el Sacerdocio de Aarón, el sacerdocio preparatorio, "tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados”.
- que, dentro de las sagradas responsabilidades del sacerdocio, a los diáconos y a los maestros se les encomienda "amonestar, exponer, exhortar, enseñar e invitar a todos a venir a Cristo”. A los presbíteros, además de las responsabilidades anteriores, se les asigna predicar y bautizar.
Al tiempo que escribo este post, e inspirada por "lo que está sucediendo ante [mis] ojos", escucho al coro cantar "Cantemos, gritemos, con huestes del cielo" porque
"Ya rompe el alba de la verdad y en Sión se deja ver, tras noche de obscuridad, tras noche de obscuridad, el día glorioso amanecer."
