> Diario de Abish: diciembre 2024

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lunes, 30 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 10)

Hoy es mi último día de ayuno de las redes sociales y puedo decir, sin lugar a dudas, ¡meta cumplida! También, como me lo había propuesto, pude registrar  algunas de las experiencias vividas e impresiones espirituales (derivadas de mis proyectos de lectura, discursos, artículos de la Liahona, el servicio en el Templo, la ministración, etc) que recibí desde el 21 de diciembre. 

Como expresa el título de todas mis publicaciones de este mes, desconectar era una necesidad real ya que le estaba dedicando más tiempo del recomendado a Facebook e Instagram. Esta pausa me permitió poner todo en perspectiva y trabajar, un poco más, en la disciplina y el autodominio que debo tener para llegar a ser una verdadera discípula de Jesucristo. 

Soy consciente de que no llegué a realizar todas las cosas que hubiera deseado pero tuve la oportunidad de elegir en dónde enfocar mi atención para que "[mi] mente [fuera] fructífera [y] activa [a fin de comprender] los designios que Dios revela por medio de sus siervos.” (Hijas en Mi Reino, pág. 14).  Este ejercicio me hizo sentir libre, dueña de mis propias decisiones. Podrá parecer exagerado pero, si no tenemos cuidado, las redes sociales pueden convertirse en nuestros amos. 

Llegando (casi) al final de esta publicación, me gustaría dejar algunos fragmentos del discurso que impulsó esta meta y que inspiró, también, el título de esta entrada del blog.


Una de las cosas más importantes que podemos aprender en esta vida es la diferencia entre lo que es eterno y lo que no lo es. Una vez que entendemos eso, todo cambia: nuestras relaciones, las decisiones que tomamos y el modo en que tratamos a los demás.(...)
Si ustedes desean nutrir un árbol, no rocían las ramas con agua, sino que riegan las raíces. De manera similar, si desean que las ramas de su testimonio crezcan y den fruto, nutran las raíces. (...) Por ejemplo, si desean un testimonio más fuerte del Libro de Mormón, céntrense en el testimonio que da de Jesucristo. Fíjense en cómo el Libro de Mormón testifica de Él, lo que enseña acerca de Él y cómo los invita y los inspira a venir a Él.
Si desean tener una experiencia más significativa en las reuniones de la Iglesia o en el templo, traten de buscar al Salvador en las ordenanzas sagradas que recibimos allí. Busquen al Señor en Su santa casa.
(...)
Una fe firme en Jesucristo no sucede de la noche a la mañana. No, en este mundo terrenal, los que crecen espontáneamente son los espinos y los cardos de la duda. El árbol saludable y fructífero de la fe requiere un esfuerzo intencional, y una parte esencial de ese esfuerzo consiste en asegurarse de estar arraigados firmemente en Cristo.
(...)
La fe es firme cuando está arraigada profundamente en la experiencia personal, en un compromiso personal con Jesucristo, al margen de nuestras tradiciones o de lo que otras personas puedan decir o hacer.
Nuestro testimonio será puesto a prueba. La fe no es fe si nunca se pone a prueba; la fe no es firme si nunca afronta oposición, así que no se desesperen si tienen pruebas de fe o preguntas sin respuesta. 
(...)
Un testimonio no es algo que se edifica una vez y permanece para siempre; se parece más a un árbol que recibe alimento constante. Plantar la palabra de Dios en el corazón es solamente el primer paso. ¡Cuando el testimonio comienza a crecer es cuando comienza el trabajo de verdad! Es entonces cuando se ha de “nutr[ir] con gran cuidado para que eche raíz, crezca y nos produzca fruto”. Eso requiere “gran diligencia” y “paciencia al nutrir la palabra”, pero las promesas del Señor son seguras: “Segaréis el galardón de vuestra fe, y vuestra diligencia, y paciencia, y longanimidad, esperando que el árbol os dé fruto”.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 9)

Este domingo, me esforcé por dedicarle todo el día al Señor. Por la mañana, durante la reunión sacramental, como de costumbre, tomé notas de las impresiones espirituales que recibí mientras discursaban. Este post es el resultado de dichas anotaciones. 

Como, aún, soy una persona que batalla con muchas debilidades en ocasiones me siento como el rey Lamoni, quien, según consta en Alma 22, se lamentaba por su espíritu inicuo y se preguntaba qué podía hacer para "recibir el Espíritu de Dios [a fin de] se[r] lleno de gozo, y no se[r] desechado en el postrer día". Al igual que él, también estoy dispuesta a dar todo lo que poseo para "recibir es[e] gran gozo". 

El consejo, la instrucción y la voluntad del Señor vinieron a mí a través de palabras o frases específicas que pronunciaron los hermanaos desde el púlpito. Considerá hacer propias las partes que consideres que se ajustan a tus circunstancias.

"En una ocasión, unos meses después de mi bautismo, escuché a algunos miembros criticándose unos a otros en la Iglesia, y me sentí muy decepcionado. Fui a casa y le dije a mi padre que quizá yo ya no debería ir a la Iglesia. Era difícil ver a los miembros criticar a los demás de esa manera. Después de escucharme, mi padre me enseñó que el Evangelio había sido restaurado y que es perfecto, pero que los miembros no lo eran todavía, ni tampoco lo éramos ni él ni yo. Me dijo firmemente: “No pierdas la fe por causa de las personas a tu alrededor, sino edifica una fuerte relación con Jesucristo. No mires a tu alrededor, ¡mira hacia arriba!”. (Discurso completo acá)

 

"Sí, debemos aprender del pasado; y sí, debemos prepararnos para el futuro, pero solo ahora podemos hacerlo. Ahora es el momento en el que podemos aprender. Ahora es el momento en el que podemos arrepentirnos. Ahora es el momento en el que podemos bendecir a los demás y “fortalece[r] las manos caídas”. Tal como Mormón aconsejó a su hijo, Moroni: “[T]rabajemos diligentemente […]. Porque tenemos una obra que debemos efectuar mientras estemos en este tabernáculo de barro, a fin de vencer al enemigo de toda rectitud, y dar reposo a nuestras almas en el reino de Dios” (Discurso completo acá)

"Hermanos y hermanas, este es el momento de que ustedes y yo nos preparemos para la Segunda Venida de nuestro Señor y Salvador, Jesús el Cristo. Este es el momento de que hagamos de nuestro discipulado nuestra máxima prioridad. En un mundo lleno de distracciones vertiginosas, ¿cómo podemos hacerlo?
(...)
Los insto a que dediquen tiempo cada semana, por el resto de su vida, a aumentar su comprensión de la Expiación de Jesucristo.
(...)
No es demasiado pronto ni demasiado tarde para que se conviertan en discípulos devotos de Jesucristo. Entonces experimentarán plenamente las bendiciones de Su Expiación. También serán más eficaces para ayudar a recoger a Israel.
[A]sí que hoy los llamo a que redediquen su vida a Jesucristo. Los llamo para que ayuden a recoger al Israel disperso y a que preparen al mundo para la Segunda Venida del Señor. ¡Los llamo para que hablen de Cristo, testifiquen de Cristo, tengan fe en Cristo y se regocijen en Cristo!
Vengan a Cristo y “ofr[ézcan]le [su]s almas enteras” a Él. ¡Ese es el secreto de una vida de gozo!
Lo mejor está por llegar, mis queridos hermanos y hermanas, ¡porque el Salvador viene de nuevo! Lo mejor está por llegar porque el Señor está apresurando Su obra. Lo mejor está por llegar conforme volvamos por completo nuestro corazón y nuestra vida a Jesucristo." (Discurso completo acá)

Por la tarde, merendamos con mi hermana después de mucho tiempo de no pasar tiempo en familia. Hubo espacio, también, para la indexación, con algún himno de Iglesia de fondo. 

Recuerdos que quedarán grabados en mi memoria, este diario... y  mi corazón.




sábado, 28 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 8)


En mi ante penúltimo día de ayuno de las redes sociales, tuve la oportunidad de cumplir con mi responsabilidad como hermana ministrante, yendo a visitar a una hermana recientemente bautizada en la Iglesia.

Antes del 2018, eran las maestras visitantes las que velaban por las mujeres de Sociedad de Socorro. Luego, de la mano del presidente Russell M. Nelson, supimos que el programa de maestras visitantes sería reemplazado por la ministración. Según esta revelación se puede ministrar a una persona de una diversidad de maneras, incluso, a través de una llamada, videollamada o mensaje de texto. 

Este nuevo enfoque en cuanto a cómo velar por otros es una muestra más de cuánto el Señor está al tanto de nuestras necesidades. Por otro lado, siento que por "la facilidad [de la manera]" (Alma 37: 46uno puede llegar a excusarse cuando no pudo ministrar durante el mes. Lo digo por propia experiencia, ya que a mí me pasó. De hecho, hace un montón que no hacía una visita.

Llamar, enviar un WhatsApp está bien pero nada reemplaza el contacto directo, el hablar "cara a cara". Como dijo la hermana Jean B. Bingham:

[Jesucristo sonrió], habló, caminó, escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó a los demás. Dio servicio a familiares y amigos, vecinos y extraños por igual, e invitó a conocidos y seres queridos a disfrutar de las abundantes bendiciones de Su evangelio. Esos “sencillos” actos de servicio y amor proporcionan un modelo de cómo debemos ministrar hoy en día. 
(...)
[Ministrar es] salir a caminar, reunirse para una noche de juegos, brindar servicio o incluso servir juntos. Es charlar en persona... Es obsequiar una tarjeta de cumpleaños y ser animador en un partido de fútbol. Es compartir un pasaje de las Escrituras o una cita de un discurso de la conferencia que pudiese tener significado especial para esa persona. Es analizar una pregunta del Evangelio y compartir el testimonio a fin de dar claridad y paz. Es convertirse en parte de la vida de una persona y preocuparse por él o ella..."

 

Al volver a casa, pude tener una conversación profunda con mi compañera de ministración y recordar, también, la importancia de escuchar.  Aunque no parezca, porque soy más bien callada, en algunas oportunidades hablo de más. Afortunadamente, el ser un buen oyente es una habilidad que se puede mejorar.


viernes, 27 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 7)


Mi séptimo día de ayuno de las redes sociales me encontró en el Templo. ¿Qué mejor lugar para desconectar de las preocupaciones del mundo que este lugar sagrado, literalmente, la Casa del Señor?


La adoración regular en el templo nos ayudará. En la Casa del Señor nos centramos en Jesucristo, aprendemos de Él, hacemos convenios de seguirlo, llegamos a conocerlo. Al guardar nuestros convenios del templo, obtenemos mayor acceso al poder fortalecedor del Señor. En el templo recibimos protección contra los embates del mundo. ¡Experimentamos el amor puro de Jesucristo y de nuestro Padre Celestial en gran abundancia! Sentimos paz y seguridad espiritual, en contraste con la turbulencia del mundo.

Esta es mi promesa para ustedes: todo aquel que busque con sinceridad a Jesucristo lo hallará en el templo. Sentirán Su misericordia, encontrarán respuestas a sus preguntas más inquietantes y comprenderán mejor el gozo de Su Evangelio. (El Señor vendrá de nuevo)

 

Ahí adentro, puedo sentirme, en cierto sentido, como la mujer samaritana, quién había ido a buscar agua al pozo de Jacob para saciar su sed física y lo que recibió, en cambio, fue la promesa de un agua con la que no tendría sed jamás ya que sería en ella "una fuente de agua que brote para vida eterna" (Juan 4: 6-29)

Casi terminando el año, volví a casa con un compromiso mayor de hacer todo lo que esté a mi alcance para lograr que uno de los más profundos anhelos de mi corazón se pueda concretar en el 2025.



jueves, 26 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 6)

Hoy tuve que hacer un esfuerzo extra porque la distracción casi me gana la partida. Si bien eliminé Facebook e Instagram aún queda Youtube. Anoche, al irme a acostar me puse a ver videos de una telenovela que me gustó mucho en su momento y a la que, de vez en cuando, me gusta regresar. El tema es que, cuando terminó el capítulo, puse otro y, luego otro y otro... ¿El resultado? Esta mañana no me podía levantar y desaproveché la oportunidad de hacer algo importante que ya tenía programado.

Esto me hizo reflexionar en las sutiles, casi imperceptibles tácticas que utiliza Satanás para impedir que cumplamos con nuestras metas celestiales. Obviamente, no voy a echarle la culpa de todo,  ya que la máxima responsabilidad de elegir entre  "la libertad y la cautividad" (2 Nefi 2: 27) recae en mí.

Pese a sentirme, un poco, en falta, decidí no auto compadecerme y sí buscar claridad en mi estudio personal de las escrituras.  La lectura de Ven Sígueme restauró mi buen ánimo:


Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con todo vuestro poder, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios. (Moroni 10: 32)

 

Me fortalecieron, también,  las palabras del elder Gavarret, quien mencionó que aún cuando sentimos que no tenemos nada para darle al Salvador,  nuestro corazón (convertido) le es aceptable.

En mi esfuerzo por perfeccionarme en Cristo, con experiencia "fallida" incluida, aprendí/recordé que evitar todo el tiempo lo que comparten en las redes sociales es una tarea casi titánica. En estos días, hubo mensajes espirituales que, quizás, quise compartir en  Instagram y Facebook pero me abstuve para mantener en pie mi meta. Me concentré, entonces, en las (buenas) maneras de usar las redes sociales para que no resulten perjudiciales.

Con esto en mente, encontré el mensaje que el élder Bednar ofreció en 2014 durante la Semana de la Educación en el campus de la Universidad Brigham Young, en Provo, Utah, en cuanto a “[inundar] la tierra [como con un diluvio] con mensajes llenos de rectitud y de verdad". En esta transmisión, que dura, aproximadamente 42 minutos, se puede encontrar cómo quiere el Señor que usemos la tecnología. Agradecida estoy a mi Padre Celestial por mostrarme, otra vez, la manera en que debo utilizar mi tiempo y energías para la edificación de Su reino.




miércoles, 25 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 5)


¿Qué mejor oportunidad para ver el devocional de navidad de la Primera Presidencia que el día de Navidad mismo? Aunque fue transmitido el 8 de diciembre yo lo veo recién ahora. Parece que voy atrasada en todo, ¿no?😂

El mensaje de la hermana Tamara W. Runia, sin desmerecer  a los otros tres, es el que más me gustó (quizás porque estoy en una etapa de mi vida en la que necesito escuchar esas palabras) y, por eso, transcribo algunas ideas principales, a continuación:


"Es posible que en algún momento nos hayamos sentido como un corderito errante o, incluso, una oveja perdida. Todos somos corderos heridos que necesitan al buen pastor quién nos mecerá en los brazos de su amor. 
Ser mortales significa que hay cosas en nosotros que están rotas y necesitan ser reparadas y creo que el momento de la Santa Cena en que más siento que necesito de un Redentor es el domingo durante la Santa Cena. Llevo mi corazón quebrantado y reflexiono en las palabras y en los emblemas durante ese momento de renovación espiritual pero en ocasiones me desanimo cuando, al pensar en la semana que pasó, me doy cuenta de que son los mismos pecados y las mismas debilidades en las que pensé el domingo anterior. Y me siento verdaderamente abatida. ¿les resulta familiar? 
Hoy los invito a probar algo nuevo. En esos minutos sagrados de la Santa Cena, si se sienten abatidos, imaginen que él los llama por su nombre y vayan a él. Imaginen a su Salvador con sus brazos extendidos, diciendo: "Sabía que te sentirías así, por eso vine a la Tierra y sufrí lo que sufrí" 
(...) 
Recuerden que participamos de la Santa Cena del Señor para ser sanados y para sentirnos limpios. 
(...) 
Si nos esforzamos por guardar nuestros convenios con Dios al regresar, dar un informe y arrepentirnos podemos ser limpios cada día y mediante la ordenanza de la Santa Cena podemos sentirnos tan limpios como el día en que fuimos bautizados.

Para mí el domingo se ha convertido en un día de descanso, no solo un descanso físico sino un descanso de la culpa y del miedo, de mis insuficiencias y de mis debilidades, al menos, por un día. 
(...) 
En el libro de mormón, cuando El Salvador resucitado visita a Sus otras ovejas en las Américas, al percibir la necesidad de ellas y sin que siquiera se lo pidan él, invita a todos los que están físicamente quebrantados, los cojos, los ciegos, los sordos y quienes padecen cualquier aflicción a que se acerquen. imagino a esas personas en fila, cuya necesidad física de sanación era evidente. Pero, en mi mente, también veo en esa fila a personas como yo, que están afligidos de maneras que. tal vez, no sean visibles al ojo humano. Él llamó a quienes padecen cualquier aflicción y los sanó a todos. 
(...) 
(T)al vez se sienten quebrados o no están seguros si recibirán sanación de él pero ¿es cierto eso? Cada domingo, durante la Santa Cena, Él los levanta, los envuelve en los pliegues de su manto y los mece en sus generosos brazos."


El devocional completo:




Otra razón por la cual esta Navidad fue distinta y especial se debió a que vinieron los elderes a almorzar. Al irse, nos dejaron este pensamiento espiritual:




martes, 24 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 4)




Continuando con mis proyectos de lectura, hoy fue el turno del Antiguo Testamento y a Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith. Este último es una serie de libros que buscan que los miembros de la Iglesia profundicen su comprensión de las doctrinas del Evangelio y se acerquen más a Jesucristo por medio de las enseñanzas de los profetas de esta dispensación.

Al Antiguo Testamento lo empecé el 1 de enero de este año. Hasta le dediqué un post de Instagram. El propósito es leerlo completo para encontrar referencias a Jesucristo y comprobar, a qué nivel, es un testigo del Salvador. Más allá de que ya lo sepa, es un ejercicio que hará crecer más, lo sé, mi amor por este tomo de Escrituras.

Mi interés por las enseñanzas de Joseph F. Smith nació gracias a esta publicación.  Él fue el sexto presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sus mensajes y sermones, aún hoy,  siguen brindando orientación divina en nuestro camino de progreso eterno. 

Lamentablemente, por distintos motivos, voy bastante atrasada con ambos proyectos. En la Biblioteca del Evangelio había programado planes de lectura para leer cierta cantidad de páginas o capítulos dentro de un determinado lapso de tiempo. Al principio funcionó pero, con el correr de los días, esos capítulos o paginas se fueron acumulando y ya, después, leía para cumplir, como si se tratase de una carrera, en vez de disfrutar del proceso. Decidí, entonces, eliminar los recordatorios e ir a mi propio ritmo. Fue la alternativa que encontré para evitar abandonar la lectura del Antiguo Testamento, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia e Hijas en Mi Reino (otro de mis proyectos).  De hacerlo, me habría privado, por ejemplo, de las siguientes declaraciones del presidente Joseph F. Smith: 

“Se me enseñó a creer en la divinidad de la misión de Jesucristo... Lo aprendí de mi padre, del profeta José Smith, de labios de mi madre… y todos los días de mi niñez y a lo largo de toda mi vida, me he apegado a esa creencia”.

 

“De niño, conocí al profeta José Smith. Siendo un niño, lo escuché predicar el Evangelio que Dios le había encomendado a su cargo y cuidado. De niño, sentía la misma familiaridad en su casa, con su familia, que la que sentía bajo el techo de mi propio padre. He conservado el testimonio del Espíritu que se me inculcó de niño y que recibí de mi santa madre, la firme creencia de que José Smith era un profeta de Dios, de que era inspirado como ningún otro hombre de su generación, ni de siglos antes, pudo ser inspirado, de que había sido escogido por Dios para establecer el fundamento del reino de Dios”

 

“Creo en el principio del arrepentimiento, porque lo he puesto a prueba y sé que es bueno. Si en un momento funesto he dicho o hecho cosa alguna que haya agraviado a alguno de mis hermanos, nunca me he sentido tranquilo ni libre de un cierto grado de esclavitud sino hasta después de haber ido a ese hermano al que había ofendido, de haberme arrepentido de mi pecado y de haber arreglado las cosas con él. Entonces se levantaba el peso de la carga y de inmediato experimentaba el efecto benéfico del arrepentimiento del pecado”

 

“Nuestros corazones todavía se encuentran agobiados por la tristeza [como si estuviesen] en la tierra donde los restos de nuestra dulce niña y los de sus hermanitos y hermanitas reposan en el polvo… Pero haremos lo mejor que podamos, con la ayuda del Señor, puesto que sabemos que nuestros tesoros que duermen están a Su santo cuidado y pronto despertarán del polvo a la inmortalidad y la vida eterna. Pero si no fuese por la valiosa certeza y la gloriosa esperanza que tenemos en el Evangelio de Cristo, ¡la vida no valdría la pena vivirse, sino que sería una infausta y perniciosa farsa! Pero, ¡ah!, ‘¡Gozoso canto con fervor: Yo sé que vive mi Señor! Gracias a Dios”


lunes, 23 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 3)

Últimamente me siento un poco como el rey Benjamin, "sujet[a] a toda clase de enfermedades de cuerpo y mente" (Mosíah 2: 11). Este año fue un tanto movidito y esa es otra razón por la cual alejarme de las redes, estoy segura, pondrá, otra vez, todo en su "eje".

Tengo la tendencia a ser crítica conmigo misma, a culparme por cosas que dije e hice, o que no dije ni hice en su momento, y eso es, la verdad, agotador. Mi bálsamo de Galaad lo encontré a través del discurso del élder Utchdorf que dio mi hijo, ayer, en la reunión sacramental:

 

Es sorprendente lo que podemos aprender cuando miramos un poco más de cerca el plan de salvación y exaltación de nuestro Padre Celestial, el plan de felicidad, para Sus hijos. Cuando nos sentimos insignificantes, desechados y olvidados, aprendemos que podemos estar seguros de que Dios no nos ha olvidado; de hecho, Él ofrece a todos Sus hijos algo inimaginable: llegar a ser “herederos de Dios, y coherederos con Cristo”.
(...)
"Gracias al amor perfecto que Dios tiene por nosotros y al sacrificio eterno de Jesucristo, nuestros pecados —tanto los grandes como los pequeños— pueden ser borrados y no recordarse más. Podemos presentarnos ante Él puros, dignos y santificados. 
(...)
La expiación infinita del Salvador cambia por completo la forma en que podríamos ver nuestras transgresiones e imperfecciones. En lugar de insistir en ellas y sentirnos irredimibles o sin esperanzas, podemos aprender de ellas y sentirnos esperanzados. El don purificador del arrepentimiento nos permite dejar atrás nuestros pecados y emerger como una nueva criatura.
Gracias a Jesucristo, nuestros fracasos no tienen por qué definirnos; pueden refinarnos.
Al igual que un músico que ensaya escalas, podemos ver nuestros errores, defectos y pecados como oportunidades para obtener un mayor conocimiento de nosotros mismos, un amor más profundo y honesto por los demás, y un refinamiento a través del arrepentimiento.
Si nos arrepentimos, los errores no nos descalifican; ellos forman parte de nuestro progreso.
Todos somos niños en comparación con los seres de gloria y grandeza que estamos destinados a llegar a ser. Ningún ser mortal pasa de gatear a caminar y a correr sin tropiezos, golpes y magulladuras frecuentes; así es como aprendemos.
Si seguimos practicando diligentemente, esforzándonos siempre por guardar los mandamientos de Dios y comprometiendo nuestros esfuerzos en arrepentirnos, perseverar y poner en práctica lo que aprendemos, línea por línea, recogeremos luz en nuestra alma. Y aunque tal vez ahora no comprendamos del todo nuestro potencial, “sabemos que cuando [el Salvador] aparezca” veremos Su semblante en nosotros y “le veremos tal como él es”.

Por la tarde, ya en casa, tuve la oportunidad de leer artículos de la edición física de la revista Liahona, relacionados con la ministración y con la influencia que las mujeres santos de los últimos días pueden ejercer en su esfera de acción. Ambos artículos me recordaron en qué cosas debo centrar mi atención y esfuerzos.




Como en todas las cosas buenas, Jesucristo es nuestro ejemplo perfecto. El Salvador nos guiará en nuestros esfuerzos cuando dejemos nuestro hogar —y abandonemos nuestra postura cómoda— para ministrar a quienes nos rodean como Él lo haría. Entonces, nuestra ministración llegará a ser más significativa que cualquier cosa que pudiéramos decir o hacer por nuestra cuenta. (Seguimos al Maestro de la ministración)


El presidente Russell M. Nelson enseñó que “las mujeres han sido bendecidas con una brújula moral singular” y tienen “dones y predisposiciones espirituales especiales” para percibir las necesidades humanas, consolar, enseñar y fortalecer. Nuestras comunidades dependen de que las mujeres desempeñen sus funciones singulares como líderes, maestras, cuidadoras, sanadoras y pacificadoras.
Como mujeres, somos parte de una hermandad mundial de la que a menudo no se habla. Las mareas y estaciones de nuestra biología y la universalidad de la forma en que gestamos y nutrimos a la humanidad nos conectan de manera tácita a través de las brechas culturales y las barreras lingüísticas.
(...)
¿La vida de quién pueden mejorar significativamente hoy con un acto de compasión? Les insto a que hagan una pausa por un momento y se conecten con nuestro Padre Celestial, la fuente más elevada de inspiración, y luego esperen en silencio la guía del Espíritu Santo. Les invito a que la escriban y la lleven a cabo. Espero que este sencillo ejercicio les ayude a reconocer que nuestro mayor éxito consistirá en desatar el poder de nuestra hermandad mundial. (Como mujeres, somos parte de una hermandad mundial de la que a menudo no se habla)


domingo, 22 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 2)

Como conté en el post anterior, decidí "ayunar" de las redes sociales. ¿Por qué? Últimamente, sin yo buscarlo, me estaban apareciendo en Facebook e Instagram publicaciones, desde mi punto de vista, poco edificantes. En sí mismas no eran malas (algunas sí, y me resultaba difícil desechar la sensación que me producían, salvo que orara o leyera alguna escritura o discurso) pero me estaban privando de experiencias espirituales significativas.

En lo personal, me encanta ver videos o leer otras cosas, aparte de las de la Iglesia, en mis momentos de relax pero varias veces me encontré a mí misma preguntándome que por qué malgastaba mi tiempo viendo publicaciones (vacías, superficiales, aveces) de las redes en vez de emplearlo acudiendo a las fuentes divinamente señaladas. 

Cómo expresa Stephen W. Owen, es fácil perderse cuando no se está enfocado:


"No hace mucho, al despertar, me preparé para estudiar las Escrituras. Tomé mi teléfono inteligente y me senté en una silla junto a la cama con la intención de abrir la aplicación Biblioteca del Evangelio. Desbloqueé el teléfono y estaba a punto de comenzar a estudiar cuando vi media docena de notificaciones de mensajes de texto y correos electrónicos que habían llegado durante la noche. Pensé: “Revisaré rápido estos mensajes y luego comenzaré con las Escrituras”. Bueno, dos horas después, aún seguía leyendo mensajes de texto, correos electrónicos, avances informativos y publicaciones en redes sociales. Cuando me di cuenta de la hora que era, corrí frenéticamente a prepararme para el día. Esa mañana no estudié las Escrituras y, como consecuencia, no recibí el sustento espiritual que deseaba." 


Como primer paso de mi ayuno virtual, decidí desinstalar las aplicaciones en mi celular y cerrar sesión en la pc tanto de Facebook como de Instagram.  Quizás parezca extremista pero es la mejor estrategia que encontré para evitar que mi meta fracase. Aunque no parezca, las redes sociales generan dependencia y pueden alejarnos de lo que más importa.


Ahora tendré más tiempo para retomar mis proyectos de lectura.


sábado, 21 de diciembre de 2024

Desconectar: una necesidad de "raíces" profundas (Día 1)


 

Ya cuando creía que no haría ninguna publicación en diciembre sentí la necesidad de compartir una de mis últimas metas personales, nacida de una encuesta que hicimos en Sociedad de Socorro. Pongo en contexto: los segundos y cuartos domingos de cada mes, las hermanas de la Iglesia nos reunimos para analizar algún discurso de la última Conferencia General, previamente elegido. Al finalizar, y de manera individual o como organización, establecemos una meta que el mismo discurso nos haya inspirado. En el caso de Nutran las raíces, y las ramas crecerán, este fue el resultado

 



En mi caso particular, opté por ayunar pero no de la manera "tradicional", que sería abstenerme de probar alimentos por veinticuatro horas (o lo que la salud me permita), sino de alejarme por un tiempo de las redes sociales para desconectar un poco del mundo y conectarme con el cielo. La idea ya venía rondándome en la mente pero, la verdad, me estaba costando tomar la decisión. No encontraba el momento "ideal", digamos. Las palabras del presidente Nelson en el 2018 me dieron el impulso final:

"[L]as invito a participar en un ayuno de 10 días de redes sociales y de cualquier otro medio de comunicación que les traiga pensamientos negativos e impuros a la mente. Oren para saber qué influencias eliminar durante su ayuno. El efecto de su ayuno de 10 días podría sorprenderlas. ¿Qué notan después de tomarse un descanso de las perspectivas del mundo que han ido dañando su espíritu? ¿Hay algún cambio en lo que ahora desean dedicar su tiempo y energía? ¿Han variado algunas de sus prioridades, aunque sea un poco? Les insto a anotar y a seguir cada una de las impresiones que reciban."


Sería la segunda vez que llevo a cabo esta meta pero en aquella oportunidad no registré mucho de mi progreso así que me propongo hacerlo en esta. Una segunda meta, derivada de la principal, será, entonces, escribir un post diario, hasta el 30 de diciembre, sobre mis esfuerzos por preservar mi espiritualidad y mi paz mental. ¿Será que podré?