"Y ahora ¿qué?", puede ser que nos preguntemos. ¡Seis meses parecen una eternidad!
¡Pero perdé cuidado! ¡Hay un remedio! Russell M. Nelson, el Profeta, dijo:
"...estudien con frecuencia los mensajes de esta conferencia, incluso repetidas veces, durante los próximos seis meses. Busquen, concienzudamente, maneras de incorporar estos mensajes en sus noches de hogar, al enseñar el Evangelio, en sus conversaciones con familia y amigos e incluso en conversaciones que tengan con personas de otras creencias." (Trabajemos hoy en la obra).
Así que podemos leer y releer cada mensaje, volver a ver tal o cual discurso y consultar los apuntes e impresiones que tomamos durante la transmisión para recordar todo aquello que el Padre Celestial quiso transmitirnos, Incluso, podemos descubrir cosas, detalles que no habíamos percibido o pasado por alto, quizás por la emoción de ver respondidas nuestras preguntas, disipadas nuestras dudas y fortalecidos nuestros espíritus.
"Si buscamos más paciencia, nos encontraremos con la necesidad de practicarla mientras esperamos una respuesta. Si necesitamos desarrollar más amor por nuestro prójimo, podemos fomentarlo cuando nos sentamos junto a una cara nueva en la capilla. Con la fe es similar; cuando a nuestra mente vengan dudas, se requerirá confiar en las promesas del Señor para poder seguir adelante. De esa manera ejercitamos nuestros músculos espirituales y los desarrollamos para que sean una fuente de fortaleza en nuestra vida."
En lo personal, tuve la oportunidad de llevar a la práctica algunos principios (de qué manera, me lo reservo para mí misma 😃) y lo que puedo decir es que si uno quiere ver cambios, progreso, conversión en uno mismo, debe ser "hacedor de la palabra" (Santiago 1: 23) y no tan solo un espectador pasivo, conformista, que ve la vida pasar.
Sé que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la iglesia verdadera. Realmente pude escuchar la voz "apacible y delicada" del Señor hablándome estos 6 y 7 de abril, a través de los discursos, directamente a mí. Y sé que Él también puede hablarte a vos.
Te invito a ver (o volver a ver) dos de los discursos que más me gustaron: