Con el tiempo entendí que:
Leer las Escrituras, leer o ver los discursos de la Conferencia General, ayunar, orar. Esas son cosas que hago cuando no sé que hacer, cuando mi vida está tomando un rumbo que no me gusta.
Es maravilloso, gratificante, reconfortante saber que si le entrego al Señor las riendas de mi vida, puedo llegar a tener el poder de hacer, decir y ser lo que Él me mande (Himno 175).
El siguiente discurso me ayudó mucho a saber qué hacer, también:
"y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos." (Éter 12:27, Libro de Mormón)
Tengo varios cuadernos y he dividido cada uno de ellos en dos o tres partes. Cada parte está dedicada a una meta que me puse. Cada meta está relacionada con una debilidad que quiero vencer. Oro, ayuno y leo las Escrituras. El Señor me responde, me da instrucción y me esfuerzo por hacer lo que me manda. Anoto mi progreso en cada una de las metas.
Hoy, he podido hacer algo que el Espíritu me había indicado hacer hace un par de días y me estaba costando llevar a la practica: pedir perdón. Muchas veces creemos que somos nosotros los ofendidos y que es a nosotros a los que nos deben una disculpa. Y no nos damos cuenta de que, en realidad, fuimos los ofensores.
En palabras del presidente Dieter F Utchdorf:
"(...)Imagino que toda persona sobre la tierra ha sido afectada de algún modo por el espíritu destructivo de la contención, el resentimiento y la venganza. Quizás haya ocasiones en las que reconozcamos ese espíritu en nosotros mismos. Cuando nos sentimos heridos, enojados o llenos de envidia, es muy fácil juzgar a otras personas y a menudo achacarles a sus acciones motivaciones tenebrosas a fin de justificar nuestros propios sentimientos de rencor.
(...)Jesús enseñó: “…debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona… queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado” (Doctrina y Convenios 64:9), y “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).Naturalmente, esas palabras parecen perfectamente lógicas… cuando se aplican a otra persona. Cuando los demás juzgan y guardan rencor, vemos muy clara y fácilmente los resultados dañinos que eso produce; y por cierto, no nos gusta que la gente nos juzgue a nosotros.Pero cuando se trata de nuestros propios prejuicios y agravios, demasiadas veces justificamos nuestro enojo como justo y nuestro juicio como fidedigno y apropiado. Aunque no podemos ver el corazón de los demás, suponemos que podemos reconocer una motivación maliciosa o incluso a una mala persona en cuanto los vemos. Cuando se trata de nuestra propia amargura, hacemos excepciones porque pensamos que, en nuestro caso, tenemos toda la información necesaria para considerar a alguien con desdén.
(...) Este tema de juzgar a los demás en realidad podría enseñarse con un sermón de tres palabras. Cuando se trate de odiar, chismear, ignorar, ridiculizar, sentir rencor o el deseo de infligir daño, por favor apliquen lo siguiente:
¡Dejen de hacerlo!" (Encontrarán el discurso completo aquí).Estoy muy agradecida porque pese a mis debilidades sé que mi Padre Celestial me conoce, me ama y quiere que triunfe y progrese. Y porque Su obra y Su gloria es "Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" (Moisés 1:39) es que le da a una de Sus hijas imperfectas "...línea por línea, precepto por precepto..." (2 Nefi 28:30). Y yo debo hacer mi parte.
Leer las Escrituras, leer o ver los discursos de la Conferencia General, ayunar, orar. Esas son cosas que hago cuando no sé que hacer, cuando mi vida está tomando un rumbo que no me gusta.
Es maravilloso, gratificante, reconfortante saber que si le entrego al Señor las riendas de mi vida, puedo llegar a tener el poder de hacer, decir y ser lo que Él me mande (Himno 175).
El siguiente discurso me ayudó mucho a saber qué hacer, también:
¿Qué debilidades sientes que debes vencer? ¿Que harás para vencerlas? En este post te dejé algunas pautas. ¿Las pondrás en práctica?