Cada lección tenía un relato. Después de cada relato analizamos lo que significa ser un verdadero amigo y que debemos hacer para tener amigos.
Inicialmente, el tema iba a ser otro pero algo que pasó con un compañero de mi hijo menor en el colegio me hizo cambiar de idea. Según supe, el compañero de mi hijo está siempre solo en los recreos, nadie quiere jugar con él ni lo incluye. Cuando volvíamos del colegio con Benjamín, hablamos un poco de cómo podría estar sintiéndose este niño y de lo que haría Jesucristo en esa situación.
Sentí la inspiración de continuar el tema en la Noche de Hogar.
La conclusión final (que vale también para mí ¿eh? 😉) fue la siguiente:
"Para tener amigos, primero hay que ser uno"
Crédito: lds.org.ar |