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martes, 25 de julio de 2023

Cual manada de elefantes


¿Sabías que cuando la cría de un elefante está expuesta a alguna clase de peligro la manada, conformada por adultos, lo rodea para protegerlo? De la misma manera, nosotros, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días,  consideramos que el ser padres y madres es una responsabilidad sagrada, divinamente designada, que no debemos ni podemos desatender. Ninguna otra organización, por más bien intencionada que esta diga ser,  puede asumir el rol que, por naturaleza, nos corresponde.


"Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. " (La Familia: Una proclamación para el mundo)

 

Gracias a la revelación moderma sabemos que 

"si hay padres que tengan hijos en Sion o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñan a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres." (Doctrina y Convenios 68: 25)

 

Soy consciente de que no existen las familias  perfectas o "ideales". El Señor también lo es. Por eso, nos proporcionó a todos nosotros, Sus hijos, las suficientes herramientas para mejorar (o reparar)  las relaciones familiares. Independientemente de cuáles hayan sido (o sean) nuestras circunstancias, podemos tomar la decisión de ser ese eslabón fuerte que ayude a unir, a sanar y a conducir a los demás a Cristo.


"Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes." (La Familia: Una proclamación para el mundo)

Hay algunas personas que opinan que la religión restringe, prohibe, limita, daña.  Desde mi propia experiencia puedo decir: "Nada más alejado de la realidad". Me uní a la Iglesia siendo grande, ya casada y con un niño de siete años. Desde ese día, tuve que tomar una serie de pequeñas decisiones  cotidianas, tales como orar, leer las Escrituras, guardar el día de reposo o cumplir la Palabra de Sabiduría. En sí, no te hacen una mejor persona (Conozco a buenas personas que, sin ser de la Iglesia ni profesar ninguna religión.  se esfuerzan por inculcar valores a sus hijos. ¿Y por qué lo hacen? Simple: poseen, dentro de sí, la Luz de Cristo) pero sí te acercan más a Dios, fuente de toda verdad y sabiduría, quien puede darte una  mayor comprensión sobre todas las cosas; entre ellas,  cómo ser un buen padre. 

Actualmente, vivimos en una época y en una sociedad en las que no podemos bajar la guardia en cuanto a nuestros niños y adolescentes. Expuestos como están —a las redes sociales, a los medios de comunicación, en las mismas escuelas, aún en la calle—, dejarlos salir de casa, sin el escudo protector del Evangelio, no es una opción. 

"Los educadores más importantes son los padres y demás miembros de la familia, y el hogar es la mejor escuela. De alguna manera debemos hacer un esfuerzo mayor para que el hogar sea como un santuario en contra de la dañina decadencia moral. La armonía, la felicidad, la paz y el amor da a los hijos la fortaleza interior necesaria para lidiar con los problemas de la vida." (Discurso completo acá)


En palabras del profeta Rusell M. Nelson, "[e]l adversario está aumentando su ataque sobre la fe y sobre nosotros y nuestras familias a una velocidad exponencial" (discurso completo acá). ¿La razón? Las familias son la "unidad fundamental de la sociedad" y el medio por el cual podemos volver a la presencia de Nuestro Padre Celestial. Al atacar a las familias, Satanás está oponiendose abiertamente al mismo Plan de Salvación.

Las Escrituras, las palabras de los líderes, la revelación personal ofician como guía, como brújula, como "manual" para criar a nuestros hijos "en la luz y en la verdad" (Doctrina y Convenios 93: 40) y prepararlos para que enfrenten el mundo, sin que ningún "viento de doctrina o artimaña de hombre" (Efesios 4: 14) los engañe, confunda o destruya su espiritualidad.

 

"Cómo [criar a nuestros hijos en la luz y la verdad] puede ser una pregunta desafiante, ya que se personaliza para cada familia y cada hijo, pero el Padre Celestial ha dado pautas universales que nos ayudarán. El Espíritu nos inspirará de las maneras más eficaces para que podamos inmunizar espiritualmente a nuestros hijos.
Para comenzar, el tener una comprensión de la importancia de esta responsabilidad es esencial. Debemos entender nuestro propósito e identidad divinos, y los de nuestros hijos, antes de que podamos ayudarlos a ver quiénes son y por qué están aquí. Debemos ayudarlos a saber, sin ninguna duda, que son hijos e hijas de un amoroso Padre Celestial y que Él tiene expectativas divinas para ellos.
Segundo, la comprensión de la doctrina del arrepentimiento es esencial para llegar a ser resistentes al pecado. El ser resistente al pecado no significa no pecar, sino que implica arrepentirse, estar atento y ser valiente continuamente..." (Discurso completo acá.)


“Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y se las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6: 6-7)

 

"Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados." (2 Nefi 25: 26)


Esta publicación está inspirada en un discurso que me asignaron en el barrio de Catán 1. La sensación que me quedó, como cada vez que preparo y doy un mensaje delante de la congregación, es que debemos estar más presentes que nunca en las vidas de nuestros hijos. No sé si las cosas se pondrán más oscuras de lo que ya están. A juzgar por lo que se ve, por cómo Satanás, "cual león rugiente" (1 Pedro 5:8), "les hace la guerra a los santos de Dios, y los rodea por todos lados" (DyC 76: 29) parece que sí. La buena noticia es que "si estamos preparados, no debemos temer". (DyC 38: 30)