¿Como sé si el resultado final es el que esperaba? Bueno, la clave es que me tengo que enamorar del cuento que estoy escribiendo, de los personajes, del argumento. Los personajes cobran vida, sienten, aman, actúan por si mismos. Tienen que transmitirme algo sino no funciona. Escribo principalmente para mí, lo que me gusta, lo que me da felicidad, mas allá de si algún día publico o no.
¿Qué me inspira? ¡Tantas cosas! La letra de una canción, historias que ví o leí, un sueño, un día lluvioso, etc. Todo es válido para encender la chispa de la creatividad.
Todavía recuerdo la época en que escribía a mano (¡hasta un callo se me había formado de tanto escribir!). Hasta que pude comprarme una pesada máquina de escribir, que trasladaba de aquí para allá, buscando un lugar silencioso y tranquilo cada vez que pintaba la inspiración.
A mi costado se acumulaban hojas y hojas, tamaño oficio, blancas, que desechaba y hacía un bollito si las correcciones en el texto eran demasiadas. Así que si, por ejemplo, escribía hasta la mitad de la hoja y todo era borrones y tachaduras, arrancaba la hoja y vuelta a empezar. Era bastante maniática con eso.
Gracias a la bendita tecnología, ya no me pasa. Es mas fácil corregir, no se desperdicia papel. Y todo con un solo clic... O varios 😤.
Todos en mi familia conocen mi pasión por la escritura. Y saben que no existo, no estoy para nadie cuando la musa inspiradora se hace presente (¿qué le voy a hacer? Soy un ama de casa con alma de escritora 👱💻📚). Pero, por lo menos ya no los aturdo con el tacatac de la maquina de escribir 🙉. Ellos también deben estar bendiciendo la tecnología moderna ¿no? 😉.
Acá les dejo el único cuento que pude publicar (salió en una antología. Plata para publicar en solitario, todavía no hay 😖):
