> Diario de Abish: diciembre 2016

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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Lecturas del día

En mi estudio de las Escrituras de hoy sentí la inspiración de leer dos artículos de la Iglesia. Uno es un discurso del élder Russell M. Ballard del año 2001 titulado "Doctrina de la inclusión", y el otro, llamado  "¿Son cristianos los mormones?", es uno de once ensayos publicados por la Iglesia escritos con el propósito de aclarar algunos puntos doctrinales.

Ambos son muy interesantes y vale la pena leerlos. 

El Señor enseñó:
"...buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe" (DyC 109: 7)

Acá les dejo el link del discurso del élder Ballard: 



www.lds.org/general-conference/2001/10/doctrine-of-inclusion?lang=spa

Y el link del ensayo de la Iglesia:













Revelación: una comunicación directa con los cielos.

Como cada mañana, hoy leí y estudié las Escrituras,con espíritu de oración,para recibir nutrición espiritual y recibir revelación de los cielos para saber lo que el Padre Celestial quiere para mí.

Estoy muy agradecida con mi Padre Celestial porque recibí respuesta a una preocupación que tenía.

No soy perfecta pero sé que, pese a mis imperfecciones, Él me ama y me da Su ayuda.

Una escritura vino a mi mente después de manifestarle, en oración, mi preocupación al Padre Celestial:
"Si puedes creer, al que cree todo le es posible." (Marcos 9: 23)
Ésa escritura me llevo a otras:
 "...No temas, cree solamente" (Marcos 5: 36)
"Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece" (Filipenses 4:13)
"...me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas..." (Alma 26:12, Libro de Mormón)
Gracias a estas escrituras mi preocupación se fue y puedo decir que todo está más calmo en mi interior y sé que podré lograr lo que el Señor me pida hacer.

Éste modelo, el de orar pidiendo guía y el de leer las escrituras, invita a la revelación. Es una comunicación sagrada entre el Señor mismo y una persona, en éste caso, yo.

Y éste modelo puede ser continuo, cada día por el resto de nuestra vida. ¿No es maravilloso? ¿No te gustaría tener éste tipo de comunicación con el Padre Celestial, sin intermediarios? ¿Conocer Su voluntad en cuanto a tu vida? ¿Recibir guía sincera y constante de Alguien que te ama más que cualquier persona, que hasta mandó a la tierra a Su Hijo Unigénito para que tus pecados fuesen perdonados, y tus enfermedades sanadas?

En Leales a la Fe (un libro de la Iglesia de Jesucristo de  los Santos de los Últimos Días) podemos leer lo que hay que hacer para prepararnos para recibir revelación: 
"Ora pidiendo guía. El Señor dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7–8). A fin de hallar y recibir, debes buscar y preguntar; si no llamas y oras a tu Padre Celestial y le pides Su guía, la puerta de la revelación no se abrirá; pero si te acercas a tu Padre en humilde oración, con el tiempo recibirás “revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que conozcas los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna” (D. y C. 42:61).
Se reverente. La reverencia es una actitud de profundo respeto y amor. Cuando eres reverente y pacífico, atraes sobre ti la revelación. Aun cuando todo lo que te rodee esté alborotado, puedes tener una actitud reverente y estar preparado para recibir la guía del Señor.
Se humilde. La humildad está íntimamente relacionada con la reverencia. Cuando eres humilde, reconoces que dependes del Señor. El profeta Mormón enseñó: “Por motivo de la mansedumbre y la humildad de corazón viene la visitación del Espíritu Santo, el cual Consolador llena de esperanza y de amor perfecto” (Moroni 8:26).
Guarda los mandamientos. Cuando guardas los mandamientos, estás preparado para recibir, reconocer y seguir la guía del Espíritu Santo. El Señor prometió: “Mas a quien guarde mis mandamientos concederé los misterios de mi reino, y serán en él un manantial de aguas vivas que brota para vida eterna” (D. y C. 63:23).
Toma dignamente la Santa Cena. Las oraciones sacramentales nos enseñan cómo recibir la compañía constante del Espíritu Santo. Al tomar la Santa Cena, das testimonio a Dios de que estás dispuesto a tomar sobre ti el nombre de Su Hijo y de que siempre te acordarás de Él y guardarás Sus mandamientos. Nuestro Padre Celestial promete que si guardas esos convenios, siempre tendrás la compañía del Espíritu. (D. y C. 20:77, 79.)
Estudia diariamente las Escrituras. Al estudiar diligentemente las Escrituras, aprenderás de los ejemplos de hombres y mujeres cuya vida ha sido bendecida por seguir la voluntad revelada del Señor. También llegarás a ser tú mismo más receptivo al Espíritu Santo. Al leer y al meditar, tal vez recibas revelación acerca de la manera en que cierto pasaje de las Escrituras se aplique a ti o de cualquier otra cosa que el Señor desee comunicarte. Puesto que la lectura de las Escrituras te ayudará a recibir revelación personal, debes estudiarlas diariamente.
Dedica tiempo para meditar. Cuando dedicas tiempo a meditar en las verdades del Evangelio, abres la mente y el corazón a la influencia guiadora del Espíritu Santo (1 Nefi 11:1D. y C. 76:19138:1–11). La meditación aleja tus pensamientos de las cosas triviales del mundo y te acerca más al Espíritu.
Cuando busques guía específica, estudia el asunto en tu mente. A veces, la comunicación del Señor vendrá sólo después de que hayas estudiado el asunto en tu propia mente. El Señor le explicó ese proceso a Oliver Cowdery, que sirvió como escribiente de José Smith durante gran parte de la traducción del Libro de Mormón. El Señor le habló a Oliver Cowdery por intermedio del profeta José Smith y le explicó por qué Oliver no había podido traducir el Libro de Mormón aun cuando se le había dado el don de traducir: “He aquí, no has entendido; has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en pedirme. Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien” (D. y C. 9:7–8).
Busca con paciencia la voluntad de Dios. Él se revela “en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad” (D. y C. 88:63–68). Probablemente recibas revelación “línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí” (2 Nefi 28:30;  Isaías 28:10D. y C. 98:12). No trates de forzar los asuntos espirituales. Así no es como se recibe revelación. Se paciente y confía en el tiempo del Señor.
¿Has recibido ya revelación del Señor? Si no ha sido así ¿te prepararas para recibir revelación directa de los cielos ¿Harás la prueba?

Para saber más en cuanto a la Revelación consulta:

https://www.lds.org/manual/true-to-the-faith/revelation?lang=spa

miércoles, 21 de diciembre de 2016

¿Ayunar o no ayunar?

Hoy, quiero compartir con ustedes un principio del Evangelio que los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, practicamos: el ayuno.

¿Qué es el ayuno para nosotros? ¿Por qué lo practicamos?

Básicamente, el ayuno es abstenerse de comer y de beber durante veinticuatro horas.

¿Por qué una persona dejaría voluntariamente de comer y de beber un día entero? 

En primer lugar, es un mandamiento de Dios. En el Antiguo Testamento, los israelitas ya lo practicaban:
 "Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio." (Esdras 8::23)
 "Y sucedió que, cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos." (Nehemías 1:4)
"Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí y no comáis ni bebáis en tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré con mis doncellas igualmente, y así entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca."(Ester 4:16)
En el Nuevo Testamento, Jesucristo  nos dió el ejemplo, ayunando él mismo:
"Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre." (Mateo 4: 2)
En segundo lugar, el ayuno tiene un propósito. Y es el de acercarnos mucho más a Dios.

Cuando ayunamos nos abstenemos de ingerir alimentos y líquidos, es decir nos esforzamos por controlar el hambre y la sed que podemos llegar a sentir. En otras palabras, ejercemos autocontrol sobre nuestros apetitos carnales. Ésto nos prepara para concentrarnos en la parte espiritual. 



A través del ayuno, unido a la oración, podemos:

-recibir fortaleza espiritual para enfrentar nuestros desafíos,
-recibir revelación directa de los cielos,
-controlar algún aspecto de nuestra personalidad que nos desagrada y que no está en consonancia con el Espíritu Santo,
-acercarnos mucho más a nuestro Padre Celestial.

Al ayunar, también podemos ayudar a otros:
"¿No es más bien el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de la maldad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados y romper todo yugo? 
¿No consiste en que compartas tu pan con el hambriento y a los pobres errantes alojes en tu casa; en que cuando veas al desnudo, lo cubras y no te escondas del que es tu propia carne?" (Isaías 58: 8-9)
Si ayunamos apropiadamente, el Señor promete:
 "Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se manifestará pronto; e irá tu rectitud delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 
Entonces invocarás, y te responderá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitas de en medio de ti el yugo, el señalar con el dedo y el hablar vanidad; 
y si extiendes tu alma al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía;
y Jehová te guiará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego y como manantial cuyas aguas nunca faltan.
Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación en generación levantarás; y serás llamado reparador de brechas, restaurador de calzadas para habitar." (Isaías 58: 8-12)
Personalmente, por problemas de salud había dejado de ayunar. Si bien es un mandamiento, el Señor no quiere que pongamos en riesgo nuestra salud.
Sin embargo, si mi salud me permite hacer, por ejemplo, medio ayuno en vez de un ayuno completo (ésto es, 12 horas en vez de 24, o lo que mi salud me permita), debo hacerlo. En el fondo, el ayuno es una cuestión de fe. 

Así que hoy empecé mi ayuno, después de mucho tiempo. 

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se nos requiere que ayunemos, como mínimo, una vez al mes y que el dinero que hubiésemos gastado al ingerir las dos comidas del día las donemos como ofrendas de ayuno. Las bendiciones para uno mismo y para nuestro prójimo son tantas que vale la pena intentarlo.

¿Harán la prueba?

Para más información sobre el ayuno y las ofrendas de ayuno, dejo los siguientes enlaces:



/www.lds.org/manual/gospel-principles/chapter-25-fasting?lang=spa

viernes, 16 de diciembre de 2016

Cosas pequeñas y sencillas que alegran el corazón y elevan el espíritu.

Días activos y ocupados. Entre otras cosas, mi familia y yo estuvimos...



Esforzándonos por cumplir las metas de la iniciativa #IluminaelMundo. ¡Es maravillosa esta iniciativa de la Iglesia! Nos ayuda a elevar espiritualmente a otros y, a la vez, nos elevamos nosotros. ¡Vamos por el día 16!


Haciendo adornos navideños...











Armando el árbol de Navidad...





...y el pesebre...






I
¡Indexando!:






¡Practicando en un coro para una actividad de la Iglesia!



¡Sociedad de Socorro y Sacerdocio unidos para cantarle al Señor!




Mi hijo cantará en la presentación de la Primaria



Días felices, edificantes e inolvidables...Días de una esposa y madre Santo de los Últimos Días.

sábado, 10 de diciembre de 2016

"Soy mormona, lo sé, lo vivo, me encanta."

Hoy es uno de esos días en que quiero expresar mis sentimientos...

No sé si alguien mas verá los cambios que hubo en mi vida desde que soy miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero yo sé que que los hubo. 

Tuve que abandonar muchos hábitos e incorporar otros a lo largo de estos casi diez años desde que fui bautizada  pero no me arrepiento de haberlo hecho porque ahora soy mas feliz, puedo ver las cosas de otra manera. 



No soy perfecta y no sé si llegare a serlo algún día pero se que el Señor me acompaña en el proceso para ser una mejor persona, una versión mejorada de mi misma. 


Creo firmemente en Jesucristo y en mi padre Celestial. Sé que me aman y confían en mí. Los amo y les estoy profundamente agradecida por darme otra oportunidad. Sé que por la Expiación de Jesucristo pude ser perdonada de mis pecados. 

Se que puedo recibir revelación personal del Señor, a través del Espíritu Santo. Él puede ayudarme a tomar buenas decisiones cada día.


Al leer las Escrituras, puedo saber lo que el Padre Celestial quiere de mí; puedo saber lo que a Él y a Jesucristo le gustan y lo que no; puedo conocerlos mejor.
Sé que las escrituras son verdaderas porque he podido ver cumplidas en mi vida las promesas del Señor, gracias a mi obediencia. 

Sé que si cada domingo tomo la Santa Cena puedo hallar la fortaleza para seguir a Jesucristo durante la semana.


Sé que puedo tener a mi familia conmigo para siempre si me esfuerzo por honrar los convenios que hice con mi Padre Celestial y con Jesucristo.


Sé que puedo desarrollar atributos semejantes a los que Cristo tiene (sabiduría, paciencia, humildad, caridad, etc) si guardo los mandamientos, si sigo los consejos y advertencias del Profeta del Señor.
Sé, por propia experiencia, que el Padre Celestial responde oraciones. 

Sé que todo requiere esfuerzo, disciplina, compromiso de mi parte pero al final del día, cuando veo que lo logré me siento feliz y agradecida. 

Por todo ésto y por muchas cosas más sé que vale la pena permanecer y perseverar en el Evangelio de Jesucristo.

El siguiente video expresa mis sentimientos:





lunes, 5 de diciembre de 2016

Servicio: un antídoto contra el desánimo y el egoísmo

¿Alguna vez te has sentido tan abrumado y agobiado por tus problemas personales, que no podías  pensar con claridad?  ¿El estar tan ensimismado en tus problemas te han impedido reconocer tu valor personal a los ojos de Dios? ¿Haz sentido alguna vez la inclinación de quejarte o de criticar a los demás, como si la culpa de todas tus desgracias fueran responsabilidad de otros? ¿Qué haces en esas ocasiones?

Por propia experiencia sé que, cuando caigo en la trampa de compadecerme de mí misma, o de juzgar o criticar a los demás, la solución está en prestar servicio.

Me ha pasado que por estar demasiado concentrada en mis propios problemas perdí la oportunidad de fortalecer a personas que la estaban pasando verdaderamente mal. 

Con ésto no quiero minimizar los problemas que cada persona tiene solo que aveces, cuando servimos nos damos cuenta que nuestros problemas no eran tan graves como pensábamos, en comparación con los problemas de otras personas.

Tendemos a ahogarnos en un vaso de agua, sin ver que la solución está al alcance de la mano. Pero no te preocupes, siempre estamos a tiempo de cambiar. El Señor es compasivo y paciente con nosotros y nos da oportunidad tras oportunidad de progresar.

¿Qué podemos hacer para servir a los demás? ¿Cómo podemos saber a quién servir?

Lo primero: orar para que el Señor nos dé oportunidades de servir a otros. Jesucristo nos conoce a cada uno de nosotros mejor que nadie y Él puede guiarnos hacia la persona indicada, en el momento indicado.

¿Qué hacer luego? Pues, ir y servir. No hay que dudar

¿Cómo servir?

No hay una fórmula específica. Si nos dejamos guiar por las impresiones espirituales vamos a saber qué hacer o decir para ayudar a determinada persona. Las personas tienen necesidades temporales y espirituales que podemos satisfacer.

¿Qué enseñó el Señor en cuanto a servir a los demás?


"...y ya que deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras;sí, y estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo..." (Mosíah 18: 8-9)



"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis estuve en la cárcel, y vinisteis a mí." (Mateo 25: 35-36)


No esperes mas. ¡Empieza hoy mismo! Mira a tu alrededor y busca oportunidades para servir, sea fuera o dentro de tu propio hogar. Te aseguro que al hacerlo, bendecirás la vida de los demás y tú mismo serás bendecido. Y tendrás mayor felicidad en tu vida. (Otra cosa: puedes incluir a tu cónyuge y a tus hijos. El que sirvan juntos a otras personas los unirá más. Lo digo por experiencia)

Mientras oras y meditas en cuanto a cómo poder prestar servicio a tus semejantes, te dejo algunos enlaces que te pueden dar algunas ideas adicionales: