> Diario de Abish: octubre 2024

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jueves, 24 de octubre de 2024

Son más altos Sus caminos que los míos: mi visión de la fe y la religión

Algunos dicen que el propósito de la religión es restringir, coartar la libertad de un individuo o de una nación, subyugar o controlar voluntades, "lavar el cerebro". Puede ser que ciertas personas hayan utilizado, o utilicen, tergiversado, lo dicho en las Escrituras como herramienta para obtener beneficio propio  pero, desde mi experiencia personal, puedo asegurar que la religión hace exactamente lo contrario. Cuando los misioneros me enseñaron los principios del Evangelio, por ejemplo, me instaron  a que averiguara  por mí misma si lo que decían era verdadero.  De hecho, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de lo Últimos Días, al tiempo que 

"[reclama para sus miembros] el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de [su] propia conciencia [concede]  a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen." (Artículo de Fe 11)

El albedrío es un don que Nuestro Padre Celestial nos concedió a fin de que pudiésemos tomar decisiones por nosotros mismos. Los mandamientos no son otra cosa que instrucciones que Él nos dio para gozar de pleno bienestar físico y espiritual; esto es, para ser verdaderamente libres.


"[Y] conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)

 

"[D]onde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad." (2 Corintios 3: 17)

Desde la perspectiva religiosa, nuestro cuerpo es un templo para Dios (1 Corintios 3: 16), en el cual Su Espíritu puede morar. ¿Cómo podría una persona pensar con claridad y tomar decisiones correctas cuando su cuerpo está sujeto a toda clase de hábitos perjudiciales, cuando no se puede controlar a sí misma, cuando hace las cosas su manera, antes que seguir la guía divina? La obediencia a los preceptos de Dios, por lo tanto, refina el carácter, saca a relucir lo mejor de nosotros mismos,  trae  gozo y paz de conciencia

El obedecer los mandamientos, además, nos protege de peligros que, debido a nuestra visión limitada, ni siquiera podemos percibir. No se trata, entonces, de una obediencia fanática y ciega a leyes restrictivas y sin sentido (como algunas personas suelen creer) sino de un acto de fe, de confianza en que los caminos del Señor son más altos que los nuestros (Isaías 55:9).

En definitiva, los mandamientos son una manifestación del gran amor del Padre por nosotros y un camino seguro que nos conducirá, a través de las tormentas de la vida, de regreso a Su Presencia.  


lunes, 21 de octubre de 2024

El máximo regalo que una madre podría desear (y las consecuencias que devienen)

Ayer, Día de la Madre en Argentina, recibí el mejor regalo de todos: mis dos hijos compartieron sus propios testimonios del Evangelio en el púlpito de la capilla, delante de otros Santos de los Últimos Días.

"No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad." (3 Juan 1: 4)


Yo misma pude testificar, alineándome al elder Patrick Kearon, de que esta es la Iglesia de gozo (entendiendo que el gozo es la "condición de gran felicidad, resultado de vivir con rectitud", según la Guía para el Estudio de las Escrituras.) 

¿Por qué lo es para mí? ¡Porque, principalmente, me hace feliz! Cuando estoy mal, cuando estoy triste, cuando estoy enojada, cuando me siento perdida, cuando no sé qué decisiones tomar sé a qué fuente acudir para ver todo con un prisma diferente, con una actitud de felicidad y mayor optimismo.  Cada problema, cada situación, por más difícil que parezca, tiene solución. Hay respuestas a las oraciones, hay esperanza.

Podría enumerar las múltiples  razones por las que podemos sentir gozo, aún cuando las circunstancias nos sean adversas, pero, como tengo alma de poeta y siento que la música puede llegar a expresar los sentimientos de una manera más eficaz que cualquier otra cosa, elegí este himno↷


La versión en inglés, por el Coro del Tabernáculo



"...sí, vuestro gozo será completo, así como el Padre me ha dado plenitud de gozo; y seréis tal como yo soy, y yo soy tal como el Padre; y el Padre y yo somos uno". (3 Nefi 28: 10)


sábado, 19 de octubre de 2024

Palabras que sanan


Una de las cosas que más me llamaron la atención de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días al principio, cuando aún ni se me había cruzado por la mente bautizarme en una de sus capillas,  fue la amabilidad de su gente, la cálida bienvenida que me dieron, aún sin conocerme. Recuerdo, como si fuera hoy, mi primera aproximación a una Noche de Hogar con los misioneros y la manera en que, en una de mis visitas a la reunión Sacramental, una de sus miembros se dirigió a mí, llamándome "Hermana". Ese "título", recuerdo, me produjo extrañeza. Con el tiempo, supe que todos, sin importar nuestro origen, costumbres o religión, somos hermanos y hermanas, hijos procreados en espíritu por padres celestiales. Es por eso mismo que la forma en que se tratan unos a otros trata de reflejar esa doctrina. Esto no quiere decir que no haya desacuerdos o malentendidos sino que la forma de resolverlos debe ser distinta a la que elige el mundo  para resolver sus conflictos. 



"[L]as palabras pueden ser irreflexivas, precipitadas e hirientes. Una vez dichas, no podemos recuperarlas. Pueden herir, castigar, derribar e incluso conducir a acciones destructivas; pueden ocasionarnos pesar.

Por otro lado, las palabras pueden celebrar victorias, ser esperanzadoras y alentadoras. Pueden impulsarnos a replantear, reiniciar o reorientar un rumbo. Las palabras pueden abrirnos la mente a la verdad.

Por eso, ante todo, las palabras del Señor importan." (Discurso completo acá)

 

Un ejemplo de la poderosa influencia que las palabras amables y cargadas de perdón pueden tener en las personas lo podemos encontrar en el profeta José Smith:




Otro ejemplo de cómo encontrar sanación, consuelo y la luz que "abr[e] la mente a la verdad" cuando las ofensas que te hayan hecho sean demasiado dolorosas como para "dejarlo así", en palabras del presidente Packer:



Por propia experiencia, sé que las palabras pueden elevar o hundir, consolar o hacer más profundas las heridas... La pregunta es: ¿qué palabras, como seguidora de Jesucristo, decidiré usar en mi trato cotidiano con los demás?


viernes, 18 de octubre de 2024

Sostener en alto la Luz de Cristo: un llamado a brillar en tiempos de oscuridad


Este post pretende ser el primero de una serie de publicaciones cuyo objetivo es responder a la invitación que hizo el elder Rasband en la última Conferencia General en cuanto a sostener en alto la luz de Jesucristo.  El mensaje, replicado de distintas maneras a lo largo del 5 y 6 de octubre pasados, resulta muy oportuno, dado el estado de decadencia en el que se encuentra el mundo. No en vano el presidente Nelson dijo que "[n]unca ha habido una época en la historia del mundo en la que el conocimiento de nuestro Salvador fuera más vital y relevante en lo personal para toda alma humana." (Discurso completo acá)

Como discípula de Jesucristo, me esfuerzo cada día para que otros puedan ver "la luz [del Salvador iluminando  mi] semblante" (3 Nefi  19: 25); o, dicho de otra manera, para que, a través de mis acciones y palabras,  puedan verlo a  Él. No para jactarme sino para que "glorifiquen a [n]uestro Padre que está en los cielos." (Mateo 5: 16)

En lo que resta de octubre, y del año, espero poder ir compartiendo las "cosas pequeñas y sencillas" (Alma 37: 6) que me hicieron amar y abrazar este Evangelio con todo mi "corazón, alma, mente y fuerza" (Doctrina y Convenios 4: 2)  allá por el 2007.

Por el momento, te dejo esta canción que acabo de descubrir, buscando material para esta publicación, y que tiene que ver con la responsabilidad que, como cristianos, tenemos de iluminar la vida de los demás. ¡Que la disfrutes!