La verdad, nunca estuve tan ocupada como en estos días. En teoría, el tiempo tendría que sobrarnos ahora que algunos estamos en casa y, sin embargo, pareciera que las tareas se han multiplicado. Que ironía, ¿no? Bueno, pero me di cuenta de que el estar todo el tiempo con "algo por hacer" no es necesariamente bueno. Hay otras cosas que pueden ser "mejores" e, incluso, "excelentes".
El martes pasado tenía una reunión con compañeras del Instituto para hacer un trabajo práctico y, luego, clases. Así venía organizándome y mi tiempo lo estaba ocupando casi en su totalidad la carrera (y otras actividades "extracurriculares", como el Taller de Literatura Infantil y Juvenil, y las clases de inglés). De alguna manera, me había armado una "rutina", de la cual no me movía y dejaba otras cuestiones "para después".
Yo hace tiempo que no visito a mi mamá (el tema del coronavirus volteó todo de cabeza, no hace falta que te lo diga) así que nos hablamos por videollamada. Pero el martes, sentí que debía hacerle una visita, con todas las precauciones, claro. Deje de lado la reunión y fui a verla. La verdad, pasamos una mañana hermosísima. Desayunamos y almorzamos juntas. Pude compartir con ella enseñanzas del Evangelio que venían a mi mente (que le levantaron el ánimo, ya que venía atravesando complicaciones con su salud) y volví a casa con el tiempo para participar de la segunda clase. Me vino muy bien "desacelerar" un poquito y darle prioridad a lo que verdaderamente importa. Porque uno puede tener mucho estudio y conocimiento pero si da vuelta la cara a los afectos, a quienes nos necesitan ahora y no "después" venimos a ser como "metal que resuena o címbalo que retiñe" (1 Corintios 13: 1). De más está decir, además, que nada te recarga más las "pilas" que el poder hablar frente a frente, de poder sentir la mirada, la presencia física del otro, ¿no te parece? Cosas que esta pandemia nos ayudó a valorar.
Esta experiencia con mi mamá hizo que, en los días previos a la Conferencia General (que se transmitió estos 3 y 4 de octubre), mi estudio personal de las escrituras se centrara en el servicio que brindamos a los demás. Así leí sobre "Cómo llegar a ser instrumentos en las manos del señor" y "Estar anhelosamente consagrados" (fragmentos de estos discursos los tengo en mi otro diario. En algún momento, quizás, los comparta en este).
En fin, la cuestion es que siento mucha gratitud hacia mi Padre Celestial cada vez que recibo de Él estos dulces "recordatorios" cuando me salgo un poco de mi "eje".