> Diario de Abish: La "buena parte" que me estaba perdiendo

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domingo, 6 de septiembre de 2020

La "buena parte" que me estaba perdiendo




Algo que, de verdad, no quiero olvidar y, por eso, lo escribo acá: últimamente no estaba participando de las clases vía Zoom de la Iglesia, un poco porque, justo a esa hora, estoy trabajando con la Historia Familiar y otro poco por... Pero, pensándolo bien, no hay una razón, lo suficientemente valedera, como para no participar.

Una muy buena hermana me mandó hoy un mensaje y compartió conmigo palabras que me ayudaron a cambiar mi perspectiva (justo lo que estaba necesitando). La cuestión es que participé (aún sin cámara ni micrófono, porque mi computadora no tiene) y fui nutrida espiritualmente. Hablamos de Samuel el Lamanita.

Con mi hijo, en nuestro estudio del Ven sígueme, estuvimos viendo como Samuel el Lamanita no se rindió cuando fue rechazado al predicar el Evangelio. A él lo echaron de la ciudad pero volvió porque el Señor lo inspiró.

 "Y aconteció que en este año un tal Samuel, un lamanita, llegó a la tierra de Zarahemla y empezó a predicar al pueblo. Y ocurrió que por muchos días predicó el arrepentimiento al pueblo, y lo echaron fuera, y se hallaba a punto de regresar a su propia tierra. Mas he aquí, vino a él la voz del Señor de que volviera otra vez y profetizara al pueblo todas las cosas que le vinieran al corazón." (Helamán 13: 2-3)

¿Que halló al regresar? Una alta muralla. ¿Se rindió al no poder entrar por ningún lado? ¿Desistió? Tenia una excusa perfecta para no cumplir con el mandamiento. ¿Cómo iba a entrar, si no había por donde? La ciudad estaba amurallada. ¿Qué hizo él? Lo imagino pensando, buscando alternativas, posibles soluciones. Finalmente, decidió subir por la muralla.

"Y aconteció que no permitieron que él entrase en la ciudad; por tanto, fue y se subió sobre la muralla, y extendió la mano y clamó en alta voz, y profetizó al pueblo todas las cosas que el Señor le puso en el corazón." (Helamán 13: 4)

¿Cuántas veces no nos encontramos delante de lo que pareciera ser una muralla alta, imposible de franquear (problemas, adversidades) y nos desanimamos y, simplemente, nos dejamos vencer, dejamos de intentar
?

Justo hablaba con Benja que Samuel no puso excusas y yo, sin darme cuenta, estaba poniendo excusas, justificándome con que, si bien no estaba participando de las clases, estaba trabajando en la Historia Familiar. Pero las dos cosas son importantes.

Algo, aún más impresionante, hizo Samuel el Lamanita. Muchos creyeron en su predicación y se bautizaron, pero muchos otros no creyeron y quisieron matarlo, lanzándole flechas y piedras. Me lo imagino en lo alto de la muralla, viendo venir hacia él toda esa artillería. ¿Qué pensaría en ese momento? Sería un buen momento para huir, para desistir, ¿no? Sin embargo, él permaneció allí, predicando imagino, mientras piedras y flechas pasaban a su lado.


                                    


¿Qué lo haría mantenerse firme, enfrentando la oposición? ¿Sentiría miedo, inquietud? Puede ser que sí, puede ser que no pero algo es seguro: su fe era más poderosa que su temor.  ¿Por qué?

"... y le arrojaron piedras sobre la muralla, y también muchos lanzaron flechas contra él mientras se hallaba sobre la muralla; mas el Espíritu del Señor estaba con él, de modo que no pudieron herirlo con sus piedras ni con sus flechas." (Helamán 16: 3)

Él tenia la seguridad de que el Señor lo iba a proteger o ayudar de alguna manera. 

Me encanta la historia de Samuel; la fe y la valentía que demostró. Quizás no experimentemos lo mismo que experimentó él. No correremos el riesgo de que nos lancen piedras y flechas (al menos, eso espero) pero sí enfrentaremos burlas, descalificaciones, etc., por defender la verdad. En este sentido, Samuel es un buen ejemplo de como reaccionar, y en quién hay que confiar.

En fin, estoy muy agradecida por el interés que esta buena hermana demostró por mí, porque me ayudó a recordar que había una "buena parte" (sí, la misma que mencioné en m
i publicación anterior) que me estaba perdiendo.