Experiencias cotidianas de una miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, esposa, madre y ama de casa con alma de escritora.
Hace mas de dos años, exactamente el 7 de marzo de 2018 (lo sé porque lo corroboré 😜), te contaba un poco sobre mi faceta de escritora. Por si te entro curiosidad y querés refrescar la memoria, podés entrar acá. Actualmente (como habrás leído en el post anterior), tengo los suficientes cuentos como para publicar un libro. Por ahora, el dinero sigo sin tenerlo (hay otras prioridades) así que voy a probar mandando cuentos a concursos literarios. Estoy muy entusiasmada porque encontré algunos que me interesaron (el por qué no estuve mandando cuentos todos estos años, siendo que publicaron uno en una antología en 2005, quedará en el misterio. ¡Ahora me doy cuenta el tiempo que desperdicié!😞)
El primer concurso que tengo en la mira (porque ofrece, de premio, la edición del libro si quedás seleccionado, con el plus que te dan trescientos cincuenta ejemplares) es este↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷
Recomiendan registrar, previamente, las obras en la Dirección Nacional de Derechos de Autor. Así que en los próximos días trataré de empezar el trámite. No sé cuánto tarda pero espero llegar con los tiempos. Te iré contando como me va (en todo caso es una buena idea registrar mi obra porque así estarán protegidas contra el plagio)
Otro, que también me interesó mucho, es este↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷
Me interesaría ahondar en el género de terror. Ya tengo un par con esta temática. Aunque piden un mínimo de cien paginas y no tengo tantas. Lo tomare como un desafío personal; a ver si logro cumplir con el requisito hasta el dia del cierre.
Y hablando de cuentos de terror y de desafíos, hace unos meses mandé un cuento de terror para una antología que tenia que tener doscientas setenta palabras (o mil doscientos caracteres). Lo escribí y me había pasado, así que lo reestructuré hasta cumplir con el requisito. El fallo recién lo sabré después del treinta y uno de octubre (cierre del concurso). Para la misma editorial mandé un poema cuya temática giraba en torno a la pandemia, y fue publicado, junto a otras obras, en un libro digital (y físico, bajo demanda).
Ahora que lo pienso, ¿será este mi año como escritora? ¡¡Así sea!!
La verdad a veces no sé si escribir las cosas pequeñas que me pasan porque, aunque para mí son relevantes y significativas, temo terminar aburriéndote. Pero el contenido que quiero compartir hoy lo amerita.
Muchas veces, no te lo voy a negar, pienso que no hay espacio para mi voz, para lo que yo quiero contar. No solamente en este blog sino también en lo que escribo en mis cuentos. (Tengo unos cuantos acumulados ya y, salvo un par de personas, nadie mas los ha leído. Son mi tesoro. ¿Te cuento un secreto igual? Estoy en proceso de enviarlos a un concurso literario pero eso es tema de otro post 😜) Hay muchas otras voces que acaparan la atención de las personas y, quizás, mi mensaje se pierda en la multitud. No obstante, espero, no ser la única.
En esto pensaba justamente la semana pasada cuando una publicación en un grupo de genealogía, del que soy miembro, atrajo mi atención. Era un video acompañado con las siguientes palabras: "Esta fue la voz de su padre pero así actúa nuestro subconsciente". La verdad esas pocas palabras me transmitieron una linda sensación así que le di play.
Como te dije en el post anterior las cosas no suceden por casualidad. El video me hizo recordar que, en realidad, no estoy sola; que no soy la única que quiere transmitir la palabra de Dios, porque, detrás de ese video, había alguien más compartiendo un mensaje positivo al mundo (más tarde descubrí que es miembro de la Iglesia, como yo 😍)
Te recomiendo que veas el video. Seas o no creyente, seas o no miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, este mensaje es para vos.
Este video me hizo recordar inmediatamente a otro, que reproduce la experiencia que tuvo la hermana Elaine S. Dalton cuando, en una maratón, se sintió sola y perdida. También lo dejo acá para que lo veas.
La vida es como una maratón, ¿no? Hay obstáculos, pendientes difíciles de subir, desafíos que parecen más grandes que nuestras fuerzas y que nos hacen querer abandonar, a veces, la carrera. (¿A quién no le pasó?)
Entonces, como dice el titulo de este post, el mensaje de hoy sería: "No te rindas, seguí adelante, no pierdas de vista la meta."
Aprovecho este momento libre que tengo, entre la comida y el estudio, para contarte porque estuve alejada del blog. Por un lado, no estuve muy bien de ánimo, producto del encierro, del aislamiento (¡qué se yo); por el otro, estoy cursando el Profesorado de Lengua y Literatura (¡Sí, empecé a estudiar! De cómo fue que tomé la decisión, quizás, te lo cuente más adelante, ¿te parece?) y mi tiempo se va entre lecturas de textos, actividades, reuniones via Zoom, Instagram, etc., etc.
Pero hoy me quiero concentrar en la parte del desánimo. Como miembro de la Iglesia (seguramente, ya te lo he dicho en alguna otra oportunidad, o te habrás dado cuenta por mis publicaciones), trato de mantener una vision positiva y optimista de las cosas. Pero, de vez en cuando, caigo. A veces es un instante; en otras oportunidades, el sentimiento dura un poco más pero, al final, siempre me vuelvo a levantar. Me ayuda mucho orar, leer las escrituras, ayunar y, por sobre todo, dejar todo en las manos del Señor y confiar. Como dijo
el presidente Thomas S. Monson en una Conferencia General:
“Haz tu deber, eso es lo mejor; y deja el resto en manos del Señor”.
Aparte de las cosas que te nombré más arriba hubo otras cosas que me dieron ese "empujoncito" para aclarar mi visión, mi perspectiva, los sentimientos contradictorios que estaba teniendo.
Una, fue la charla que dio una psicóloga, miembro de la Iglesia, en Enlace de Fe, en la que dio algunos consejos para saber cómo enfrentar los efectos anímicos del aislamiento en el contexto de la pandemia. A mí me sirvió mucho, sobre todo porque fue desde la perspectiva de la fe.
Otra, el fragmento de un poema que encontré navegando en las redes y que me invitaba a "no rendirme". ¿Casualidad o la mano que Dios me extendía, una vez mas, a través de las oportunas palabras de terceros?
Acá está la charla↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷
Este es el poema completo, erróneamente atribuido a Mario Benedetti↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷↷
Comparto esto con vos porque sé que no soy la única que se sintió (o siente) así; y tengo la esperanza que mi experiencia sea de ayuda.
¿Qué cosas te levantan (o levantaron) el ánimo en este tiempo? ¿Lo compartirías conmigo y con los que lean esta publicación?