El último sábado de julio me sorprendió sirviendo, después de no poder asistir por varias semanas, en el Centro de Family Search.
Dos horas más tarde, entraba al Templo de Buenos Aires. ¿Sabías que, gracias a la restauración del Evangelio, en la actualidad se tiene acceso a las ordenanzas salvadoras que posibilitan a las familias reencontrarse, aún después de esta vida, y vivir juntas para siempre? Contrariamente a lo que piensa la mayoría de las personas, la muerte no es el fin de todo. Dado que Jesucristo rompió las ligaduras de la muerte con Su propia Resurrección, no hay "victoria para el sepulcro". (Mosíah 16: 7-8)
Esperando el cumplimiento de esa promesa, mi hijo y yo trabajamos a favor de los miembros de nuestra familia que están del otro lado del velo.