Creo que te conté que se nos venían los exámenes encima. En mi caso, había creído que podía rendir varias materias y al final solo puedo rendir una, quedando la mayoría para febrero o marzo (en el mejor de los casos).
No te voy a negar que me decepcioné, desanimé y hasta me enojé con algunos profesores. Ya me veía abrumada en el futuro, rindiendo y creyendo que no iba a ser capaz de poder aprobar. Sí, lo confieso, soy muy ansiosa. En varios momentos me planteé que esto, el ser docente, no era para mí porque no pude acreditar contenidos al primer intento. Ahora sé que, si no rindo en diciembre, lo haré en febrero y sino, en agosto pero lo voy a lograr.
Después de meditar bastante y orar mucho, llegué a la conclusión de que "fracasar" no es tan malo. No significa que haya algo malo en mí, que no esté capacitada. sino que es una circunstancia que no determina mi futuro y que puede servirme como trampolín, como un impulso para avanzar más y mejor.
Transcribo a continuación partes del discurso que me ayudaron a tener otra perspectiva en cuanto a las cosas que por ahora no puedo lograr:
"Los errores forman parte de la vida...Se ha dicho que “el éxito no consiste en la ausencia del fracaso, sino en ir de fracaso en fracaso sin eliminar el entusiasmo”En 1970, como estudiante de primer año en BYU, me inscribí en un curso básico sobre los fundamentos de la física impartido por Jae Ballif, un destacado profesor. Al final de cada unidad del curso nos hacía un examen. Si un alumno obtenía una C (una nota suficiente) para aprobar y deseaba mejorarla, el profesor Ballif le permitía tomar un examen modificado que abarcaba el mismo material. Si el alumno o la alumna mejoraba su calificación en el segundo intento, pero seguía sin estar conforme, podía tomar el examen una tercera vez, y una cuarta, etcétera. Al darme tantas segundas oportunidades, él me ayudó a sobresalir y al final obtener una A (una nota sobresaliente) en su clase.Nadie está más de nuestro lado que el Salvador. Él nos permite tomar y seguir tomando Sus exámenes. Llegar a ser como Él requerirá incontables segundas oportunidades en nuestras luchas diarias contra el hombre natural, como controlar los apetitos, aprender la paciencia y el perdón, vencer la pereza y evitar los pecados de omisión, solo para mencionar algunos. Si errar es humano, ¿cuántas veces fracasaremos hasta que nuestra naturaleza deje de ser humana y sea divina? ¿Miles? Muy probablemente un millón." (Hasta setenta veces siete, élder Lynn G Robbins)