> Diario de Abish

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domingo, 28 de septiembre de 2025

Una pausa para recordar al presidente Nelson

Esta mañana desperté con la noticia de la partida, hacia el otro lado del velo, de nuestro amado profeta Russell M Nelson. Se lo va a extrañar. Yo lo voy a extrañar.  

Cuando me bauticé el profeta era Gordon B. Hinckley. Al poco tiempo falleció y fue Thomas S Monson quien recibió y llevó sobre su espalda el manto profético por más de diez años.  En el 2018, en una mañana de enero, recuerdo, supimos que él ya no estaba físicamente entre nosotros. Entonces el nuevo profeta de Dios pasó a ser el presidente Nelson.  El "cambio" me dejó una especie de vacío, ya que guardaba por el presidente Monson un cariño muy especial, al ser él el Profeta que había estado en la mayor parte de mi nueva vida como discípula de Jesucristo. Aunque sabía que el presidente Nelson había sido llamado por Dios pedí, en oración, tener un testimonio personal de su llamamiento. ¡Y lo tuve!   

No voy a decir todo lo que él representa para mí pero sí que su muerte me conmovió. Pero, lejos de estar triste (Bueno, un poco, sí.), quiero dedicarle este post, a manera de homenaje, recordando sus invitaciones a los miembros de la Iglesia (y al mundo) desde que fue llamado y sostenido como el decimoséptimo presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. 

Desde aquel 18 de enero de 2018, algunos de los "pasos intencionales " que nos alentó a dar incluyeron: 


¡Hasta vernos con el Rey, querido presidente Russell M Nelson!



sábado, 27 de septiembre de 2025

Invitación a "seguir adelante", aprendiendo de las poderosas experiencias espirituales del pasado

He leído el mensaje del élder Hans T. Boom  y el de la hermana Amy A. Wright por separado pero, profundizando más, pude ver que hay una conexión que apunta a a que los padres fortalezcan a sus hijos al compartir con ellos experiencias espirituales poderosas que los preparen para sus propias "pruebas de fe".  En definitiva, esto es lo que el mundo necesita (aunque crea que no) si es que las buenas personas que lo habitan desean sobrevivir, junto con sus familias, a los tiempos difíciles y peligrosos que ya estamos atravesando.

"¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pez, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?" (Mateo 7: 9-11)

No es necesario decir (¿O, quizás, sí?) que todo empieza en el hogar. Como padres y adultos responsables  no podemos cederle a otros la responsabilidad de la educación (sea temporal o espiritual) de nuestros hijos. Debemos elevar la voz y defender lo que para nosotros es importante y sagrado.



Yo, por mi parte, agradezco, haber aceptado la invitación del Señor de aceptar Su Evangelio porque Sus enseñanzas me ayudaron a corregir malos hábitos y, sin ser perfecta, pude ofrecerle a mis dos hijos una versión mejorada de mí misma. La mayor parte de las experiencias espirituales que contribuyeron a edificar mi fe y mi testimonio las estoy plasmando en este diario y en el otro (el de papel), a modo de legado para las futuras generaciones de mi familia.

Y vos, ¿qué invitación sentís que te está haciendo Dios en este mismo momento?


martes, 23 de septiembre de 2025

Invitación a regresar y renovar el discipulado cristiano

Yo no viví nunca un período en el que estuviera alejada de la Iglesia (Me refiero a después de bautizarme; y la razón es, supongo, porque abracé el Evangelio siendo ya adulta, después de una larga búsqueda de algo que el mundo no podía darme) así que no sé que es lo que puede llevar a alguien a "volv[er] atrás y ya no [querer] anda[r] con [Jesucristo]" (Juan 6: 67).  Claro que he experimentado muchas de las cosas que menciona el élder Palmer en su mensaje pero siempre encontré la manera de permanecer firme en el Evangelio. 

Varias veces me he preguntado que me gustaría que otros miembros hicieran por mí si mi fe se debilitara y la respuesta fue: que no me dejaran caer, que me ayudaran a volver a ser fuerte para ir al el encuentro de mi Salvador. Sé que no se puede forzar a las personas que no están preparadas a "renovar su discipulado" pero, al menos, pueden saber que se las ama.

Precisamente, con amor, el élder Palmer le habla 
"...a todos los que alguna vez sintieron el Espíritu, pero se preguntan si hay un camino de regreso o un lugar... en la Iglesia restaurada de Jesucristo. También [a] todos aquellos que apenas logran sostenerse espiritualmente o para quienes se sienten tentados a alejarse." 
¿Qué se puede hacer para que el testimonio personal vuelva a ser "fuerte y vibrante como un sauce"? Entre otras cosas:
  • responder a impresiones espirituales e invitaciones amorosas para regresar (o no irse);
  • dejar de lado las antiguas costumbres;
  • despojarse del orgullo;
  • centrar la fe en Jesucristo y en Su Evangelio;
  • tener (y tenerse) paciencia mientras la fe y el testimonio crecen ;
  • no ofenderse por comentarios desconsiderados del tipo “¿Dónde estuviste todos estos años?”;
  • deleitarse ante la mesa de la Santa Cena cada semana;
  • adorar en la Casa del Señor.

Al mismo tiempo, los miembros "activos" en la Iglesia (Es decir, los que permanecen en el bote, pese a las tormentas), pueden renovar su discipulado ayudando a los que se alejaron a volver a sentir el amor del Salvador, a través de sus palabras y acciones.

¿Te resuena algo de lo que compartí en esta publicación? ¿Alguien más necesita saber que hay esperanza aunque su testimonio se haya debilitado; que no todo está perdido aunque haya perdido la fe? 


domingo, 21 de septiembre de 2025

Invitación a registrar mis recuerdos espiritualmente decisivos (para fortalecer mi lealtad y confianza al Señor)

Me he dado cuenta de que, desde el 11 de agosto hasta hoy, la mayoría de las entradas que escribí fueron en plural y muy poco en singular. Hoy quiero referirme al mensaje del élder Román Sandino en primera persona ya que me encantó el ejercicio que propuso para mantenerme fiel a Jesucristo y no abandonarlo nunca más. 

Se trata de registrar los "recuerdos espiritualmente decisivos" en los que sentí que Dios estuvo acompañándome. Este ejercicio lo empecé hoy, bien temprano, de camino al trabajo. Mientras repasaba el discurso y meditaba, un recuerdo de hace unos cuantos años vino a mi mente. Para no olvidarlo, lo registré en las Notas de la aplicación Biblioteca del Evangelio, la cual tengo instalada en mi celular.

Para que no se pierda la esencia, lo copio textual:
Siento que Cristo estuvo conmigo cuando:
-Estaba yendo a un lugar para hacerme una tomografía por mis cálculos. Iba sola, de madrugada, en una ambulancia pero orando que me cuidara. Aunque estaba sola, sin mi familia y sin saber adónde me llevaban, me sentí acompañada.

Puede ser que para vos, lector, este recuerdo sea pequeño o insignificante pero para mí fue realmente poderoso. Fue en una época de mi vida en la que estuve bastante enferma, hasta el punto de quedar internada en una clínica por una pancreatitis. Tuvieron que pasar, todavía, unos cuantos días más para que pudieran operarme de la vesícula. A esa primera cirugía le siguió una segunda, de urgencia, ya que, aparentemente, tenía una pequeña hemorragia interna. Mi permanencia en la clínica se prolongó más de lo esperado después de eso.

Mi estudio del mensaje del élder Sandino, me llevo a las muy apropiadas palabras del élder Andersen:

"Cuando las dificultades personales, la duda o el desaliento oscurecen nuestra senda... nos llevan a preguntarnos por el futuro, los recuerdos espiritualmente decisivos de nuestro libro de la vida son como piedras brillantes que ayudan a iluminar el camino que tenemos por delante, confirmándonos que Dios nos conoce, nos ama y ha enviado a Su Hijo, Jesucristo, para ayudarnos a regresar a casa."

En medio de la incertidumbre y del temor, acostada en una camilla, la pregunta por mi futuro verdaderamente existió.  Fue el amor del Padre Celestial el que iluminó, en esos "días oscuros", el camino que tenía por delante.

Esta es solo una de muchas experiencias que fortalecieron mi fe y aumentaron mi determinación de permanecer fiel a Jesucristo, la cual vuelco, hoy, en las páginas de este diario.


sábado, 20 de septiembre de 2025

Invitación a valorar y defender la vida (porque somos hijos literales de Dios)

Siento que los dos últimos mensajes de la conferencia general que leí tienen mucho en común, por lo que decidí reunir en una sola publicación las enseñanzas de ambos.

Sí, como dice en el título, somos hijos de Dios. No es una idea abstracta ni filosófica sino una realidad, una verdad irrefutable. Sea que creamos en ello o no, ese don divino  "permanece para siempre jamás" (Doctrina y convenios 1: 39)
En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días creemos, como lo expresa la proclamación sobre la familia, que: 

"Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona."

 

Tener este conocimiento puede marcar un antes y un después en nuestra experiencia terrenal,  ya que la visión que teníamos de los demás, y de nosotros mismos, cambia por completo. La vida, aún con toda su complejidad y desafíos, empieza a tener sentido, dirección y propósito.

Lamentablemente, el amor por la vida, en especial la de los niños por nacer, está disminuyendo. El élder Neil N. Andersen nos alienta a elevar la voz a favor de los indefensos.  

En un asunto tan delicado como lo es el aborto, cada quien tiene su propia postura. Por alguna razón, hace muchos años, cuando todavía no era miembro de la Iglesia, firmé un petitorio que me posicionaba del lado de la vida. Aunque, quizás, no tuviera una idea muy clara en cuanto a su importancia en el plan eterno de Dios, sentía que era lo correcto. En el mundo hay muchas buenas personas, de distintas religiones, que abogan por esa misma causa. 

Del mismo modo, hay otras muchas buenas personas que, por miedo, desesperación o mala información toman la decisión de abortar o participar de un aborto. A ellos, especialmente, el Señor les extiende el perdón, a través de Su gracia divina.  Todo dolor y remordimiento puede sanar  "si acuden a Él con un corazón humilde y arrepentido."

A nosotros, como hijos de Dios, nos toca ministrar, sin juzgar, a nuestros hermanos espiritualmente heridos; extender puentes de entendimiento y compasión allí donde haya "confusión, vergüenza, incertidumbre y tristeza por sueños rotos".  La vida no es una tragedia ni un accidente; no es para padecerla sino para "sentir gozo" (2 Nefi 2: 25). Como discípulos de Jesucristo, nuestra misión es darlo a conocer al mundo.