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sábado, 28 de junio de 2025

Por unas horas, en la "piel" de las heroínas del siglo XIX

Habiendo pasado dos semanas desde la actividad en la que las hermanas de toda la Estaca nos reunimos, en el marco de la conmemoración del centenario de la dedicación de Sudamérica para al predicación del Evangelio, para celebrar el aniversario de Sociedad de Socorro (atrasado), me tomo una pausa para poder registrar, imágenes y video incluidos, la experiencia.

Los preparativos, como toda actividad de la Iglesia, empezó a esbozarse y  a tomar forma, reunión tras reunión de la presidencia de Sociedad de Socorro, de la cual formo parte. 

Definida la minuta de "Fe en cada paso" (nombre con el que decidimos "bautizar" la actividad del 14 de junio), la secretaria de la organización preparó esta hermosa invitación👇



A mi me tocó dar un discurso, que tuvo como protagonistas a Eliza Roxcy Snow y a Emily Hill Woodmansee, dos pioneras de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La idea inicial era buscar a una hermana y desarrollar el discurso en base a ella pero cuando empecé mi investigación surgieron tantos nombres que me habría resultado imposible hablar de sus experiencias en tan solo quince minutos. Mi elección final se derivó un poco de motivos personales, ya que a las dos hermanas mencionadas más arriba les gustaba escribir tanto que fueron conocidas como las poetas de Sión. Con tales antecedentes, era lógico que me sintiera identifica con ellas, ¿no? 😉

Comparto, a continuación, fragmentos de mi discurso, para que conozcas un poquito a (solo dos de) estas heroínas del siglo XIX-XX:

"Emily Hill Mills Woodmansee nació en Inglaterra en 1836 y se convirtió al Evangelio a la edad de 12 años. Ella dijo: «Fue como si me hubieran sacado de las tinieblas a una luz maravillosa y no pude cerrar los ojos ante ello».

Quería bautizarse pero encontró oposición entre su propia familia. Tuvo que esperar cuatro años para que le permitieran hacerlo, junto a una de sus hermanas. Su deseo de emigrar a Sión lo cumplió recién en mayo de 1856, cuando tenía 20 años. En su bendición patriarcal se le dijo que algún día escribiría en prosa y verso, consolando así a miles de personas.

Fue una de las integrantes de la Compañía de Carros de Mano Willie. Pasó hambre y sufrió uno de los inviernos más crueles pero sobrevivió. Tiempo después de llegar al Valle del Lago Salado, se casó y tuvo un hijo. Posteriormente, su esposo la abandonó.

Emily dijo de esa experiencia: “Todo lo que había sufrido hasta entonces parecía un juego de niños comparado con ser abandonada por alguien en quien había decidido depositar la máxima confianza”.

En el invierno de 1863-64, la suba de precios por la Guerra Civil obligó a muchos a vender sus propiedades. Entre ellos se encontraba Emily. Una noche, agotada por el exceso de trabajo y la ansiedad, mientras reflexionaba sobre qué hacer, unas palabras acudieron a su mente con tanta claridad como si fueran pronunciadas en voz alta: «Confía en Dios y en ti misma». Se levantó, plasmó su corazón en poesía y se puso a trabajar. Con el tiempo se volvería a casar, tendría ocho hijos y, gracias a los desafíos que atravesó, se convertiría en una mujer con talento para los negocios, alegre, defensora de los derechos de la mujer y una de las grandes poetas de Sión.

[P]ara las que no lo sepan, Emily Woodmansee es la autora del himno “Sirvamos unidas”.

La segunda hermana de la que les quiero hablar nació en Massachusetts, Estados Unidos en 1804. Era ya una adulta cuando investigó la Iglesia. Después de cuatro años, tomó la decisión de bautizarse y unirse al resto de los santos. Su vida, al igual que la de Emily tampoco estuvo exenta de pruebas dolorosas y dificultades. Sin embargo, lejos de perder la fe, se esforzó por cultivar un espíritu de gratitud y optimismo.

“Seguiré adelante”, dijo. “Sonreiré ante el rugido de la tempestad, y navegaré sin temor y triunfalmente el embravecido océano de las circunstancias… y el ‘testimonio de Jesús’ encenderá una lámpara que guiará mi visión a través de los portales de la inmortalidad”

Aún con problemas de salud, aceptó asignaciones para servir. Bajo la dirección de un presidente de la Iglesia, ayudó a organizar sociedades de socorro por todo Utah y regiones aledañas hasta que, en 1880, a los 76 años de edad, se la apartó, formalmente, como la segunda presidenta general de la sociedad de socorro. Sí, estoy hablando de Eliza Roxcy Snow.

Aunque no tuvo descendencia, dejó un legado de fe en cientos de mujeres al prepararlas temporal y espiritualmente para que “[c]ada hermana [pudiera] dar un paso al frente”... Pero su influencia no se limitó al mundo femenino. En 1836, siendo ya miembro de la Iglesia, invitó a su hermano menor a viajar a Kirtland para estudiar hebreo con los Santos de los Últimos Días. Este hermano aceptó y, con el tiempo, fue ordenado apóstol y posteriormente, llamado como el quinto Presidente de la Iglesia: Lorenzo Snow."
 
Las palabras que transcribí arriba no muestran ni la milésima parte del valor y la fe inquebrantable, a toda prueba de las mujeres Santos de los Últimos Días. Si querés conocer más de sus historias y experiencias de vida, podés consultar Hijas en mi Reino, Cada hermana debe dar un paso al frente, Mujeres de la Restauración o Cinco mujeres en la historia de la Iglesia que hicieron frente a sus desafíos, tan solo por dar algunos ejemplos. 

La parte espiritual terminó con unas palabras del presidente de Estaca y, luego, fue tiempo del refrigerio y de momentos muy cálidos en hermandad. 

Parte de la decoración👇





Hasta hubo un espacio de alimentos sin TACC, que las hermanas agradecieron:




Un poco de lo que se vivió






No puedo dejar de mencionar que, entre otros himnos, se pudieron escuchar Oh, está todo bien  (¡Mi favorito!) y Con fe en cada paso.

Para que los disfrutes





¡Gracias por pasar por acá!