Ahora mismo, por ejemplo, estoy indexando registros de defunción de La plata (Bueno, ahora mismo, no — jeje😁😁—. Ahora mismo estoy tecleando esta publicación en la computadora). A la mañana temprano asistí a un barrio que no es el mío, en calidad de primera consejera de Sociedad de Socorro de Estaca. Escuché discursos, música inspiradora y hasta pude compartir mis sentimientos en cuanto a cómo es que sabemos que el Padre Celestial quiere que volvamos a Su presencia.
El domingo pasado fuí a mi propio barrio, después de participar durante muchos domingos por Zoom, y al escuchar a los demás hermanos entonar, aunque bajito, los himnos me sentí unida a ellos, y tuve la certeza de que asistir a la Iglesia es algo que no solo debemos hacer sino que necesitamos con todas nuestras fuerzas. Ver a mi hijo menor repartir la Santa Cena y al mayor, recibir el Sacerdocio de Melquisedec me confirmó que este es el lugar (espiritual ) en el que tenemos que estar.
Una escritura que leyó un hermano en su discurso hoy:
"Pero si guardas los mandamientos de Dios y cumples con estas cosas que son sagradas, según el Señor te mande (pues debes recurrir al Señor en todas las cosas que tengas que hacer con ellas), he aquí, ningún poder de la tierra ni del infierno te las puede quitar, porque Dios es poderoso para cumplir todas sus palabras." (Alma 37: 16)
¿Por qué la comparto? Porque minutos antes había orado en silencio, sintiéndome inadecuada para este gran desafío que es ser consejera de estaca y, a través de este versículo, sentí otra vez la aprobación y el amor del Señor.