> Diario de Abish: mayo 2025

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domingo, 18 de mayo de 2025

Distintos rostros, un mismo amor


A lo largo de la historia, varios artistas buscaron reproducir en sus obras cómo suponían que se vería Jesucristo. La imagen más conocida es la que lo representa como un hombre blanco, de cabellos largos y rubios y de ojos azules. Puede ser que muchas personas cuestionen este modelo, por considerarlo alejado de la verdadera apariencia que tenían los judíos del Nuevo Testamento. De hecho, en una conversación con alguien muy cercano a mí, surgió el deseo de obtener una respuesta. Confieso que la pregunta me sorprendió y contesté, valiéndome de mi (poco) conocimiento en cuanto al tema. No sé si mi explicación fue satisfactoria, por lo que, más tarde, me puse a investigar un poco. Quería estar preparada para responder la siguiente vez.

En las Escrituras, prácticamente, no hay descripciones físicas del Salvador, salvo que "no ha[bría] parecer en él ni hermosura [ni] habr[ía] en él atractivo para que le dese[áramos].” (Isaías 53: 2). Con tan poca "documentación", los distintos pintores de siglos pasados fueron representando a Cristo, supongo, según lo que conocían, valiéndose de los estándares de belleza de sus respectivas épocas. Y muchas de esas obras son las que llegaron hasta nosotros hoy. Pero no son más que eso, representaciones. En lo personal, creo que lo que se intentó reflejar en la apariencia exterior de Jesucristo, fue Su luz, Su divinidad.

En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, son varios los artistas que rindieron homenaje a Jesucristo  y nos dejaron obras como las siguientes:
 
Del Parson – Cristo con manto rojo

Jorge Cocco Santángelo – Jesús, el Cristo


Caitlin Connolly– Una mujer creyente


Mi conclusión, después de leer este artículo, fue que, mas allá de la apariencia física de Jesucristo (que, para muchos, parece ser un tema trascendental por las implicaciones que conlleva), lo importante es concentrarse en Su mensaje, en Su ministerio terrenal, en lo que Él hizo para salvar a toda la humanidad. Después de todo, cuando Él venga otra vez "le veremos tal como él es." (1 Juan 3:2).